El cardenal obispo de Setúbal, Américo Aguiar, presidió hoy la misa estacional del 12 de octubre en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, o lo que es lo mismo, la fiesta mayor de Zaragoza. En una homilía cargada de naturalidad y cercanía pronunciada en “portuñol”, como él mismo reconoció, el purpurado subrayó que “muestra Madre tiene nombres diferentes, de Pilar a Fátima, pero es nuestra Madre y la Madre de Jesús”.
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El purpurado se mostró impresionado por el manto de la patrona tejido de flores y expresó que es “como una escalera al cielo a la que llegamos, algunas veces con alegría y otras con lágrimas”. “Hay que seguir adelante, a pesar de los problemas y de los momentos malos poniéndolo en manos de nuestra Madre del Cielo”, animó a los presentes. “Los problemas no son para destruirnos, sino para, juntos, de la mano, superarlos”, insistió.
La escuela de la escucha
Aguiar, que fue el coordinador de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa, celebrada este verano, tuvo palabras en su alocución para los jóvenes. Se mostró agradecido por su participación y rezó por “todos, todos, todos, como el Papa Francisco”. A partir de ahí, subrayó que “el Evangelio es para todos, todos, todos”.
En su homilía, instó a los presentes a orar por la asamblea del Sínodo de la Sinodalidad que está reunida este mes en Roma. “El Papa nos pide que escuchemos y a los obispos nos gusta hablar mucho, pero no tanto escuchar. Tenemos que descubrir el gusto de escuchar al otro porque en nuestra casa, en nuestras familias, entre nuestros amigos hay un déficit de escucha”. A la par, alertó de que “algunos piensan que hablando más alto tienen más razón”.
A partir de ahí, defendió que “el Sínodo, como dice el Papa, no es un parlamento al que llegan la derecha y la izquierda, es un espacio de escucha donde la decisión final no la tienen las mayorías sino el Espíritu Santo”.