España

El eco de Lampedusa resuena en Canarias: la Iglesia alerta del aumento de la llegada de menores

  • Más de 5.000 personas han llegado a las islas en diez días, un ritmo sin precedentes desde 2006
  • “Detecto un cambio de perfil, si antes rondaban los 16 años, ahora hay muchos de 10”, dice David Melián
  • Jesús Alberto González: “El magisterio nos dice que tenemos que mirar este fenómeno con otros ojos”





Lanzarote estrenaba el mes de octubre con la llegada de ocho pateras. En solo 24 horas -del día 1 al 2– 377 personas tomaron tierra gracias a la labor de Salvamento Marítimo. Sin embargo, otros muchos nunca llegaron. Se los tragó el mar. De hecho, pudieron contar, al menos, a siete desaparecidos al hundirse una neumática a 78 kilómetros al este de la isla.



Tras una jornada de descanso para las guardamares, el 4 de octubre la crisis migratoria se trasladaba a El Hierro. Cinco cayucos llegaban a La Restinga con casi 500 personas. El 6 de octubre tomaban el mismo puerto otros cuatro, uno de ellos con el mayor número de migrantes desde que se inició la ruta canaria en 1994, un total de 271; un récord batido solo dos días después, con una embarcación que transportaba a 316.

Ese mismo día, Salvamento Marítimo contaba por 13 las pateras llegadas a las islas: siete a El Hierro, tres a Tenerife y tres a Gran Canaria. Esta situación también provocó el colapso de la isla más pequeña del archipiélago, por lo que la Delegación del Gobierno en Canarias trasladó a la mayoría de estas personas a la capital de la provincia.

Sin embargo, este movimiento a Tenerife ha dejado de ser una solución, puesto que los dos centros de acogida –con plaza para 1.000 personas cada uno– ya han superado su aforo. De hecho, el mismo 6 de octubre, personas trasladadas desde El Hierro tuvieron que dormir al raso en el muelle de Los Cristianos (Tenerife) pese a la ola de calor que azota a las islas, donde se ha suspendido incluso la actividad escolar.

Y la realidad es que el día 7 llegaban dos embarcaciones con medio centenar de personas cada una a Fuerteventura y Lanzarote. Al día siguiente, tres a El Hierro, una a Tenerife, otra a Fuerteventura y otra a Lanzarote, donde también arribaron otras dos el día 9. Solo 24 horas más tarde, 200 personas llegaban en tres embarcaciones a Fuerteventura, 220 a El Hierro y 193 fueron rescatados y trasladados a Tenerife. En total, en los primeros diez días del mes, 5.144 personas llegaron a las costas canarias, un ritmo sin precedentes desde 2006.

Pronunciamiento episcopal

Ante esta crisis migratoria, los obispos insulares publicaron una carta pastoral, cocinada mano a mano con las delegaciones de Migraciones de la Diócesis de Canarias y de Tenerife, en la que aludían a “la inestabilidad política en Senegal y otros países del Sahel, la pobreza y el cambio climático” como motivos por lo que las poblaciones locales están huyendo.

Tanto José Mazuelos, obispo de Canarias, como Bernardo Álvarez, obispo de Tenerife, y Cristóbal Déniz, auxiliar de Canarias, destacaban también que “las imágenes que hemos visto de los desembarcos nos hacen recordar la inaceptable situación que se está viviendo en Lampedusa y nos entristece contemplar la indiferencia de los gobiernos europeos”, que precisamente esos días estaban reunidos en Granada y que, según denunciaban los mitrados, “por desgracia han declinado abordar y dar respuesta al preocupante tema de la migración”.

Dos diócesis volcadas con los migrantes

El delegado de Migraciones de Canarias, David Melián, en conversación con Vida Nueva, expresa su preocupación por la llegada constante y clama contra la falta de infraestructuras para una “acogida digna”, pues el “sistema está saturado”, lo que “aumenta la probabilidad de que se produzcan vulneraciones de derechos”. Asimismo, critica la escasez de intérpretes o la ausencia de información jurídica comprensible.

En este mismo sentido, Jesús Alberto González, el homónimo de Melián en Tenerife, se muestra muy crítico con los dispositivos de primera acogida. “No creo que la respuesta sea tener dos campamentos militares en los que meter a 1.000 personas en carpas. ¿Es lo que se puede hacer hoy? Vale, pero como sociedad no nos podemos conformar con eso”, señala.

González está en permanente contacto con los sacerdotes herreños, de hecho, esta misma semana viajará a la isla para conocer de primera mano la situación en una isla que ha visto multiplicada su población. Sin embargo, “los curas me han transmitido que los herreños viven esta realidad con más actitud de acogida que de rechazo, lo que nos tranquiliza, porque a nivel pastoral es una de nuestras preocupaciones”, destaca aludiendo a algunos discursos alarmistas que pueden calar en la sociedad canaria e, incluso, en las comunidades cristianas.

“El magisterio de la Iglesia nos dice que nosotros tenemos que mirar este fenómeno con otros ojos, pero existe el temor de que los titulares sin fundamento permeen entre los cristianos”, asevera.

Sobre las posibles corrientes xenófobas también habla Melián en primera persona, pues ha sido entrevistado recientemente por un periódico local y “todos los comentarios a la publicación son mensajes de odio, tanto contra los chicos como contra mí. Esto último me da más igual, porque yo puedo defenderme, pero ellos no. De todas maneras, el Papa nos habla de que cabemos ‘todos, todos, todos’, ¿verdad? Pues eso es lo que estamos haciendo, apostar por todos aunque nos caigan críticas”.

No obstante, “soy un fiel defensor de que el pueblo canario es acogedor, porque no puede ser de otro modo: nosotros hemos sido migrantes”, subraya. En este mismo sentido, tiene claro que la Iglesia juega un papel importante en el ámbito de las migraciones: la sensibilización para “atajar las informaciones sensacionalistas”.

Los niños, “el perfil más vulnerable”

Por su parte, los obispos canarios alertaban en su carta de que muchos de los migrantes llegados a las costas son menores de edad. De hecho, los centros dedicados a ellos están saturados, puesto que Canarias tutela ya a 3.000 niños y jóvenes, más del número de adultos que se encuentran en los centros de primera acogida.

Jesús Alberto González mantiene que “una de las principales preocupaciones es que hay muchos niños entre las personas llegadas este mes, siendo el perfil más vulnerable”. A este mismo respecto, David Melián destaca que se están viendo más menores que en otras ocasiones, pero, sobre todo, de edades más cortas.

“Detecto un cambio en el perfil de los menores no acompañados, si antes rondaban los 16-17 años, en esta ocasión se han visto muchos de en torno a 10 años”, señala, eso sí, dejando claro que son datos basados en la observación, sin las estadísticas del Ministerio de Inclusión en mano.

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