Francisco reacciona de esta manera al conocer de boca de un niño de Sudán el drama que vive en un campo de refugiados
Francisco, sin filtros. Así se muestra Jorge Mario Bergoglio en ‘Queridos hijos… el Papa responde a vuestras preguntas’, un libro coordinado por el vaticanista de ‘La Stampa’, Domenico Agasso. El pontífice argentino se somete a un ‘tercer grado’ por parte de varios niños con temas tan variopintos como la violencia o el cuidado de la naturaleza.
Samuel, un menor sudanés de diez años que vive en un campo de refugiados, comparte con el Papa el drama cotidiano que padece al poder alimentarse, si todo va bien, una vez al día. Ante esta realidad, Francisco se conmueve y le confiesa que a veces “de repente tengo ganas de llorar. Porque me gustaría escapar muy lejos…”. Esta reflexión del pastor que le gustaría plantarse en Sudán para protestar en primera persona por esta injusticia la reconduce hacia su denuncia de que África no “debe ser explotada. “Confío en que tarde o temprano los países más ricos entiendan que no pueden seguir usando sus tierras para luego abandonarlas, invertirán recursos para ayudar a resolver sus graves problemas e iniciar una transformación social que permita a todos una vida digna”, reivindica el Papa.
Así, a la pregunta de Dario sobre el porqué de las guerras, Francisco responde: “Porque cuando nos hacemos adultos corremos el riesgo de caer en la tentación de volvernos egoístas y, por tanto, de querer poder y dinero. Incluso a costa de hacer la guerra a algún otro país que sea un obstáculo para ese objetivo de poder, o que tenga un líder con los mismos objetivos”. El Papa lamenta que “hoy en el planeta hay muchas guerras y violencia, y aunque haya quienes digan que a veces tienen razón, no tengo dudas de que entenderán que siempre se equivocan. Las guerras siempre son malas”.
En esta misma línea responde a Isabela, preocupada por la imposibilidad de una paz real. “Sí, no debemos resignarnos – apunta el Papa – la paz es posible, realizable. Tengo la esperanza de que tarde o temprano los ‘mayores’ comprendan que en un mundo completamente pacífico todos viven mejor”. Así, para Bergoglio, “todos deben comprometerse a deponer las armas, desactivar la violencia y no provocar tensiones y enfrentamientos”.
Por otro lado, el pontífice explica a Paul la razón de comprometerse con el cuidado de la naturaleza. “El cambio climático y la contaminación provocada por el ser humano – explica el Papa – podrían conducir a la desaparición de la humanidad”, asegura con rotundidad. Francisco invita a los niños del planeta a “actuar urgentemente en el presente para salvar el futuro”. Así, les pone tareas como “la recogida selectiva de residuos, la atención al no desperdicio de agua y alimentos, la lectura de libros que explicar los detalles de los problemas de nuestra Tierra”. “Debemos todos juntos no ensuciar más la Creación, y cuidarla”, sentencia.
En el libro, Francisco también aborda la cuestión migratoria, ante las inquietudes mostradas por Alessandro, un italiano de diez años. “Ustedes son y son un ejemplo para aquellos que tienen prejuicios sobre los que vienen de lejos, sobre los ‘extranjeros’. Ya nadie debería sentirse extranjero en ningún lugar”, expone el Papa.