Mucho peor de lo que se ve en la televisión. El vicario de la Custodia Franciscana en los Santos Lugares, fray Ibrahim Faltas, describe así a Vida Nueva lo que se vive en Tierra Santa.
PREGUNTA.- ¿Cómo está viviendo todo?
RESPUESTA.- La situación es incluso peor que las imágenes mostradas en la televisión. La gente está encerrada en sus casas, todos tenemos miedo de que algo pueda suceder de repente. Aunque todo está tranquilo en Jerusalén, las escuelas siguen cerradas y muchas oficinas israelíes también. La preocupación y la consternación han afectado a todos debido al elevado número de muertos y heridos que, en solo unos días, ha habido en ambos bandos. Estamos acostumbrados a sufrir ataques y agresiones, pero esta es una guerra despiadada que solo desata odio, venganza y que está alcanzando un altísimo nivel de inhumanidad.
P.- ¿Cómo continúa la vida en la comunidad franciscana?
R.- Nuestra oración continúa como siempre; de hecho, los momentos de oración por la paz se han intensificado, para que se depongan las armas y el Espíritu del Señor ilumine las mentes y los corazones de los poderosos para poner fin a esta guerra. Además, este domingo celebramos la profesión solemne de un joven fraile, un gran signo de esperanza y alegría en este momento de dolor.
P.- En el ángelus del domingo, Francisco les mostraba su cercanía. ¿Cómo acogieron sus palabras?
R.- Francisco siempre ha demostrado amor por todas las personas que viven en Tierra Santa. Sus palabras reflejan y nos exhortan a trabajar cada vez más por la justicia y la paz porque cada guerra es una derrota para todos.
P.- Y la comunidad internacional, ¿ni está ni se le espera?
R.- Como franciscanos, en muchas ocasiones hemos instado a la comunidad internacional a intervenir en los conflictos que han ido teniendo lugar, sobre todo en los ocurridos recientemente. Pero no hemos visto ninguna intervención, ninguna posición adoptada para llevar a sus partes a un acuerdo. Han pasado décadas sin contar con ningún apoyo y sin pensar en una mesa de diálogo. Lo primero que hay que hacer es tener la presencia de una delegación internacional en el país, que trabaje seriamente para que las partes vuelvan al diálogo. No necesitamos armas, sino devolver la paz, porque es posible.