Se cumplen 150 años del nacimiento de santa Teresita del Niño Jesús y el papa Francisco lo celebra con una exhortación sobre “el amor misericordioso de Dios”. ‘C’est la confiance’ es el título aludiendo a una frase de la carmelita de Lisieux: “La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor”.
La santa, que murió con solo 24 años y fue proclamada patrona de las misiones, para el papa Francisco ofrece un mensaje que va “más allá de los aniversarios y sea asumido como parte del tesoro espiritual de la Iglesia” y por eso se publica este 15 de octubre sin que sea propiamente el aniversario sino en el día de santa Teresa de Jesús de la que Teresita es un “fruto maduro”.
El texto consta de 53 puntos que arranca precisamente con la frase que da título al documento magisterial. Francisco además justifica su publicación hoy 15 de octubre, coincidiendo con la fiesta de santa Teresa de Ávila, pues “quiere presentar a santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz como fruto maduro de la reforma del Carmelo y de la espiritualidad de la gran santa española”. A partir de ahí, el Papa se detiene en analizar tanto su figura, incluida “la oscuridad de la noche”, además de su importancia tanto dentro como fuera de la Iglesia.
En la carta, escrita originalmente en español, se repasa el papel que la carmelita ha tenido en los diferentes papas y se profundiza en los rasgos de su espiritualidad como la llamada a la misión o la “consagración a Dios sin buscar el bien de sus hermanos”. “Siento que cuanto más el fuego del amor inflama mi corazón (…) tanto más las almas que se acercan a mí –pobre pedacito de hierro inútil, si me alejara del brasero divino– correrán presurosas a la efusión de las fragancias de su Amado, porque un alma inflamada de amor no puede permanecer ociosa”, escribió la santa.
También destaca su propuesta de la infancia espiritual recordando aquello de que “el ascensor que debe elevarme al Cielo son tus brazos, ¡oh Jesús! Para ello no necesito crecer, sino permanecer pequeña, hacerme cada vez más pequeña”. Un ejercicio de contemplación que pasa por dejar paso a la acción de Dios, la gracia, no a los méritos personales. “La actitud más adecuada es poner la confianza del corazón fuera de nosotros mismos: en la misericordia infinita de un Dios que ama sin límites y que lo dio todo en la Cruz de Jesús. Por eso Teresa nunca usó la expresión, frecuente en su tiempo, ‘me haré santa’”, escribe el Papa.
Francisco también relata cómo “Teresita heredó de santa Teresa de Ávila un gran amor a la Iglesia y pudo llegar a lo hondo de este misterio”. “No es el corazón de una Iglesia triunfalista, es el corazón de una Iglesia amante, humilde y misericordiosa”, subraya el Papa sobre la conciencia eclesial de la religiosa carmelita.
Otro aspecto de la confianza es el abandono en Dios que promueve Teresita que, añade Francisco, “nos libera de los cálculos obsesivos, de la preocupación constante por el futuro, de los miedos que quitan la paz”. “Si estamos en manos de un Padre que nos ama sin límites, esto será verdad pasen las circunstancias que pasen, podremos seguir adelante pase lo que pase y, de una manera u otra, su plan de amor y plenitud se cumplirá en nuestras vidas”, reitera. Bergoglio repasa otros aspectos como la pruebas de fe y la confianza en la misericordia, la caridad vivida desde la sencillez…
Para Francisco, “en una época marcada por la cerrazón en los propios intereses, el individualismo y la obsesión por el poder, santa Teresa de Lisieux nos muestra la belleza de hacer de la vida un don, indica el valor de la sencillez y la pequeñez, y la primacía absoluta del amor, superando una lógica legalista y ética que llena la vida cristiana de obligaciones y preceptos y congela la alegría del Evangelio”, concluye antes de la oración.