Juan Pablo II se calzó las sandalias del Pescador el 16 de octubre de 1978. Lo hizo, en uno de los pontificados más largos de la Historia, hasta el 2 de abril de 2005, cuando murió en San Pedro. En el presente, cuando todos sabemos la significatividad en el devenir eclesial y social de Wojtyla, resulta muy curioso acceder a la hemeroteca y comprobar cómo le recibió ‘El País’, ya principal periódico en los albores de la España democrática, pese a ser fundado apenas dos años antes.
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Y es que, si hablamos de un momento de incertidumbre global (era histórico el acceso al papado de un cardenal llegado de la comunista Polonia en plena Guerra Fría), en España tampoco lo era menos: se imponían a todo ritmo las reformas de Adolfo Suárez para cerrar el año con una nueva Constitución que pasara página respecto al franquismo.
En contraposición a Wyszynski
Tras no salir el diario el lunes 16 (entonces, los domingos eran días de obligado descanso), ‘El País’ saludaba su elección con este titular en la portada: “El nuevo Papa, un polaco joven, abierto en política y moderno en dogma”. Ya dentro de las páginas del diario, destacaba una información de Félix Bayón en la que lo describía como “moderado progresista”, sobre todo en comparación con el otro cardenal de Polonia y también mucho más mediático: el ya veterano y “conservador” Wyszynski.
Para Bayón, estábamos ante un perfil eclesial más conciliador, habiendo mostrado en determinadas cuestiones su “colaboración con el régimen socialista”, no siendo, al menos públicamente, “beligerante”.
Otro artículo que glosaba su figura era el de Alfonso Comín, quien lo firma como “escritor cristiano miembro del Comité Central del Partido Comunista”. Para él, Woytyla también era “muy divergente del conservador Wyszynski”. En este sentido, lo situaba en la órbita del grupo Znack, de inspiración personalista y muy influenciado por Mournier, siendo “un lugar de común reflexión y encuentro cristiano-marxista”.
Diálogo con el mundo
Para Comín, el nuevo Papa “da preferencia a los laicos sobre la jerarquía”. Algo que apoyaba recuperando esta intervención del polaco en el Concilio Vaticano II: “La Iglesia no tiene por qué enseñar a los no creyentes. Debe buscar en común con el mundo. Evitemos todo espíritu moralizador y de ocupamiento, pues hace aparecer autoritaria a la Iglesia”. De este modo, el escritor mostraba su esperanza de que su pontificado “contribuya al proceso de reconciliación de la Iglesia con la modernidad que abrió Juan XXIII”.
En su crónica, el histórico corresponsal vaticano Juan Arias sentenciaba que “la elección de Wojtyla se considera en Roma como una derrota de la Curia”; hasta el punto de que habría que llamarle “el Papa en el socialismo”, pues pertenecía, en su opición, a un cristianismo que se estaba desarrollando en una sociedad socialista.
Para Arias, el nuevo Papa era “un enemigo de la sociedad de consumo” y, si bien “no está muy de acuerdo con el comunismo como partido”, sí estaba convencido de que el futuro del mundo se moverá “en la clave del socialismo no marxista”. Y es que, pese a que “no tiene simpatía por los viejos partidos comunistas, sí hacia quienes viven en la austeridad del socialismo”. “El cristianismo austero del Evangelio –concluía– y el espíritu conciliar pueden encontrar un campo de desarrollo en el socialismo humanístico”.
La visión de Joaquín Ruiz-Giménez
También resultaban significativas unas declaraciones de Joaquín Ruiz-Giménez, impulsor de la democracia cristiana en España, en las que este ponía en valor que “el nuevo Papa ha entendido el sentido económicamente igualitario del socialismo polaco”.
La última valoración era la de K. S. Karol, de origen polaco y jefe de la sección internacional de ‘Le Nouvel Observateur’, quien resaltaba su talante “moderno, abierto y liberal”, líder de las “corrientes avanzadas” que emergen en la Iglesia polaca y contrapuesto a Wyszynski en temas “como el aborto o el divorcio”.
Echando un vistazo más amplio a la hemeroteca, llegando hasta ese 2 de abril de 2005, es evidente que ‘El País’ matizó mucho la primera impresión que tuvo de Karol Wojtyla.