Jean-Paul Vesco, fraile dominico y arzobispo de Argel, habla del asombro causado por el ataque de Hamás a Israel y de la respuesta del ejército israelí. Y lo hace a través de una tribuna en La Croix en la que afirma que se trata de “una barbarie que viene de muy lejos”, haciendo referencia a la colonización y las humillaciones cotidianas impuestas a los palestinos.
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“La barbarie absoluta maquiavélicamente protagonizada por Hamás durante el ataque sorpresa a gran escala contra la población israelí dejó atónito al mundo occidental”, asegura Vesco. “El asombro y las condenas unánimes, que fueron las mías, bloquean la distancia mínima, el espacio de libertad interior que necesitamos para reflexionar. Ésta es la trampa tendida por Hamás, y en gran medida hemos caído en ella”, asegura.
Así, sin querer quitar responsabilidad a Hamás, Vesco señala que “también podemos ver, en la respuesta militar que provocó, una buena oportunidad aprovechada por Israel para intentar acabar de una vez por todas no sólo con Hamás sino también con la reducida autonomía de Gaza”, ya que “el propio Primer Ministro israelí la ha presentado como la ciudad del mal que debe ser destruida, como Sodoma”.
“¿Pero no habría cincuenta, cuarenta, treinta, veinte o incluso diez personas justas en Gaza (Génesis 18:22-33)?”, se pregunta Vesco. “Lamentablemente, si bien esta violencia bárbara no tiene excusa, no carece de causa. Vi y experimenté un poco de la injusticia y la humillación que son la vida cotidiana de los palestinos en Gaza y en otros lugares, en territorios que ya no podemos llamar decentemente Palestina, ya sea por el Estado o la colonización salvaje que la ha fragmentado metódicamente”. “La injusticia histórica y cotidiana, el uso de un equilibrio de poder desproporcionado, la humillación permanente, crean la base para una violencia que no es ciega. Pero nos cuesta ver esto”, ha aseverado.
Una cuestión “visceral”
“¿A quién le importaba todavía, antes de este trueno, que el abandono de cualquier proceso de paz arruinara definitivamente la esperanza de un Estado palestino viable en lugar de un régimen de colonización que creíamos perteneciente a una época pasada?”, se pregunta el obispo. “Y hoy estamos indignados con la misma indignación por las palabras del Ministro de Defensa israelí, cuando dijo ‘estamos ante animales y debemos tratarlos como animales’ para anunciar la privación de agua, alimentos, gas y electricidad a toda una población, justificando así ante el mundo y en buena conciencia un crimen de guerra”.
“Mi posición pública está motivada por el hecho de que vivo en un mundo musulmán donde la indignación hasta el punto de lo indescriptible, a veces hasta el exceso, se ha centrado exclusivamente en el destino de los palestinos durante décadas”, explica. “Es visceral. La división con el mundo occidental en este tema y en otros es vertiginosa y continúa creciendo. Sin embargo, el mundo árabe es un componente de la sociedad francesa que también se siente humillada por la humillación sufrida por el pueblo palestino. Esta humillación es silenciosa pero no menos profunda y debemos escucharla si queremos evitar hundirnos también aquí en la espiral de la incomprensión y la violencia”, convencido de que la paz duradera “no se logra a través del caos, sino de la justicia”.