El sacerdote Darío Vitali, coordinador de los expertos teólogos en el Sínodo de la Sinodaliad, ha intervenido hoy en la 12ª Congregación General para recordar que “el mayor título de pertenencia a la Iglesia no es ser papa, ni obispo, ni sacerdote, ni consagrado, sino ser hijo de Dios”. Y ha agregado: “Afirmar la igual dignidad de todos no significa negar las diferencias: la Iglesia es el cuerpo de Cristo, vivo y bello por la variedad de los dones, de los carismas, de los ministerios y de las vocaciones”.
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Según ha explicado, se trata de un principio expresado por el Concilio Vaticano II, que rompe así “una relación asimétrica de autoridad-obediencia que estructuraba la Iglesia piramidal”. De este modo, el Pueblo de Dios “vuelve por fin a ser sujeto activo de la vida eclesial”.
Iglesia de la escucha
Como ha insistido Vitali, este módulo de la Asamblea prevé “iniciar la renovación de procesos, estructuras e instituciones en una Iglesia sinodal misionera, en un reconocimiento progresivo del marco eclesiológico diseñado por el Concilio”. Pues, sobre la relación entre “el Pueblo de Dios, el Colegio de los obispos y el Obispo de Roma” se funda la Iglesia sinodal como “Iglesia de la escucha”, que reconoce y garantiza las respectivas funciones de los diversos sujetos del cuerpo eclesial.
Vitali ha concluido señalando que el verdadero ejercicio de la sinodalidad permitirá pensar en “las necesarias reformas institucionales, en procesos de toma de decisiones que impliquen a todos, en un ejercicio de la autoridad verdaderamente adecuado para hacer crecer un Pueblo de Dios maduro y participativo”.