Casi una confesión. Un libro testimonial que algunos han dicho que es autobiográfico. ‘Para vivir en la tierra como se vive en el cielo’ es el título del libro (159 páginas) que el marianista José María Arnaiz ha presentado en Santiago de Chile.
Nacido en Burgos en 1940, Arnaiz ha vivido mayormente en Argentina y Chile: provincial de los marianistas y presidente de las Conferencias de Religiosas y Religiosos en ambos países, autor de casi 40 libros, educador, entrega este nuevo libro como fruto de su propia vida intensa de servicio eclesial.
Integrar lo humano y lo divino
“Lo que reflexionaremos en estas páginas lo podremos titular ‘una nueva forma de vida’. Ello supone la gran posibilidad de crecer en pasión y compasión; entraña una imagen distinta del mundo e induce a un nuevo programa de vida”, dice en la presentación.
En conversación con Vida Nueva nos dice: “He tratado de poner en este libro lo que he vivido expresado en una propuesta de una nueva forma de vida: integrar bien lo humano y lo divino. Para hacerlo hay que ir al Evangelio, donde está lo divino, pero que está hecho a la medida de lo más auténticamente humano”.
Agrega que “este proceso de ir integrando lo divino y lo humano lo muestro en diversos perfiles de mi vida en los que he ido alcanzando este proceso, en un caminar lento y progresivo que ahora ofrezco a otros”.
Arnaiz nos confiesa que “este libro lo he escrito, en primer lugar, para mí mismo. Sirve para marcar un hito en el camino de mi vida. Alguno me ha dicho que es una autobiografía. Hay algo de eso porque mi experiencia está reflejada aquí, mi largo caminar global recorriendo el mundo y eso lo expreso al señalar la importancia mayor de por donde uno pase, que donde uno nace”.
Adquirir calidad humana y divina
Parece una propuesta más dirigida al individuo, pero Arnaiz que el cambio individual se viva en comunidad y como iglesia. Dedica capítulos que van más al proceso individual, por ejemplo la educación que es el capítulo más extenso y donde incluye la frase del papa Francisco: “no se puede cambiar el mundo si no se cambia la educación”.
“Recibir educación, nos dice Arnaiz, no es aprender matemáticas, sino adquirir una calidad humana y divina, que es lo que yo defiendo. Juntar lo humano y lo divino es la fuerza para cambiar el mundo”.
En otro capítulo aborda la relación entre antropología (el mismo es doctor en Antropología) y Teología de la Liberación, con un desafío: juntar libertad y comunión. “En el corazón de la vida humana, nos dice, la educación liberadora que mira al cielo pone en el ser humano 4 efes: fidelidad, felicidad, fecundidad y fraternidad. En el libro describo cómo esas 4 efes han ido marcando mi vida, cómo he ido caminando hacia esa meta”.
Su propuesta entonces, está dirigida más al individuo para que, junto a otros, transformen su entorno desde una práctica comunitaria.
Como educador ha convivido gran parte de su vida con jóvenes, a quienes en este libro dedica un capítulo: “pongo especial énfasis en los jóvenes a quienes les muestro una gran tarea en un capítulo de los más exigentes. Les desafío a que se atrevan a volar y se lancen porque les saldrán alas y podrán llegar lejos si entran en este proceso”.
La iglesia no deja de estar presente: “También apunto que hay una nueva forma para ser iglesia. Todo esto es fruto del propio proceso personal que yo mismo he vivido en el transcurso de mi vida. Cómo he pasado de lo humano a lo divino y viceversa. Apunto a la iglesia del futuro, esa nueva forma de ser iglesia urgente y posible y le describo sus características que vienen de juntar lo humano y lo divino”.
Un libro provocador que pretende llegar al corazón del lector.