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Roberto Pío Álvarez: “Mi plan para la diócesis de Rawson es sostener el enamoramiento por esta porción del Pueblo de Dios que me ha sido regalado”

El primer obispo de la recién estrenada jurisdicción argentina espera ser la voz que anuncia, alienta, acompaña, explica en entrevista con Vida Nueva





La noticia de la nueva diócesis de Rawson creada por el papa Francisco en la provincia de Chubut en la Patagonia argentina fue recibida con alegría y entusiasmo por parte del Pueblo de Dios que habita esas tierras.



Su primer obispo será Roberto Pío Álvarez, quien fue hasta ahora el obispo auxiliar de Comodoro Rivadavia y, hasta el nombramiento del nuevo obispo de Comodoro Rivadavia, será el administrador apostólico de esa jurisdicción eclesial.

Vida Nueva entrevistó al padre obispo “Chobi”, oriundo de la provincia de Córdoba, donde fue ordenado sacerdote en 1998. Cursó estudios en Teología Bíblica en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires (UCA). Fue profesor de Introducción a la Sagrada Escritura en el Seminario Mayor de Córdoba, y profesor de Sagrada Escritura en el Instituto Teológico de Córdoba (IFEC).

En 2017, el Papa Francisco lo nombró obispo auxiliar de Comodoro Rivadavia y en diciembre del mismo año recibió su ordenación episcopal, con el lema: ‘Va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán (Mc 16,7)’. Es miembro de la Comisión de Cáritas y de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).

Vivir juntos la caridad

PREGUNTA.-  Hacia fin de año, cumple sus 25 años de ordenación sacerdotal y seis como obispo auxiliar, ¿cómo recibe su nombramiento como obispo titular de la nueva Diócesis de Rawson?

RESPUESTA.- Lo vivo como un servicio más a la iglesia. En estos 25 años me ha tocado trasladarme de distintos lugares. Es la primera vez que estoy un poco más involucrado en mi destino; siempre me avisaban de un día para el otro y tenía que partir…, y como ya hace cinco años que vivo en la zona, no es que tenga que hacer el esfuerzo de desprenderme de lo afectivo sino más bien sostener el enamoramiento por esta porción del Pueblo de Dios que me ha sido regalado.

Es un desafío que me ilusiona porque en estos años he acompañado procesos donde hay mucha pasión, muchas ganas y porque también hemos aprendido a vivir juntos la caridad, de un modo bien aguerrido.

P.- Ud. ha dicho que el Papa Francisco les propuso comenzar esta “aventura de ser una nueva Diócesis”, pero ¿cuándo comenzó realmente esta aventura y qué riquezas encontró en el proceso?

R.- Desde que el papa Francisco me nombró obispo y me envió como auxiliar para la diócesis de Comodoro Rivadavia comenzó un camino distinto. Han sido más de cinco años donde, casi sin darme cuenta, me fui apasionando por las cosas de la Patagonia, fui vibrando con sus opciones y reclamos. Han sido años donde he pasado mucho tiempo arriba de la camioneta, recorriendo pequeñas localidades, parajes; asombrándome de los paisajes infinitos y de la idiosincrasia tan mixturada de su gente.

Desde lo personal, esta “aventura” comenzó cuando me encontré con todo el material acopiado por los obispos anteriores, los sacerdotes y religiosas, y las comunidades. La memoria oral hablaba de estos pasos dados antes del 2011, pero no lo había visto plasmado y tan precisamente ordenado en el papel. Siempre es lindo descubrirse parte de una historia, un eslabón de una larga cadena; también da tranquilidad que se está en una barca donde el timón lo lleva el Espíritu.

Como pueblo de Dios, esta hermosa aventura que empezamos a transitar no es el inicio de nada, porque es un mojón más en este camino de evangelización donde ha habido tantas personas en el territorio, comprometidas y tantos pensando. Es descubrir que esto que se nos propone tiene que ver con haber podido mirar la historia, habernos dejado iluminar por nuestros antecesores –salesianos, monseñor Ronquino, monseñor Bressanelli y el padre obispo Joaquín– y caminar juntos con los sacerdotes y las comunidades, que fueron discerniendo que esta porción de tierra merece una atención especial.

Identidad en construcción

P.- ¿Cómo es la composición humana, territorial y eclesial de esta nueva porción particular del Pueblo de Dios?

R.- En las reflexiones escritas por otros, y en la experiencia de estos años, descubro una mixtura cultural que va gestando una identidad todavía en construcción. Las “capas” poblacionales llegadas en los últimos 200 años le dan al ambiente una identidad muy rica. Tehuelches-mapuches vinculándose con los galeses, criollos de raíces europeas, vecinos latinoamericanos y otros inmigrantes hacen de la zona un abanico muy lindo. Hay un modo de ser propio y especial.

También contribuyen las distintas geografías: el mar, sus playas, la pesca y la fauna marina como parte del paisaje y las conversaciones. El Río Chubut desde su desembocadura hasta Las Plumas con la zona agrícola que tiene un aire a la pampa húmeda. La meseta con sus pequeñas localidades, sus horizontes amplios, su silencio y soledad, su trabajo casi invisible, sus animales y sus cultivos ancestrales. Hay un modo de vivir cercano al mar, hay un modo de apasionarse –de seguir amando la tierra– que ha merecido que seamos una porción del Pueblo de Dios que camina junto.

En lo eclesial, la nueva diócesis –que se despliega con cuatro ciudades de distinta densidad poblacional y muchas localidades– tiene escaso clero pero muy comprometido; cada ciudad, comuna y paraje tiene una presencia eclesial y ministerial periódica. El camino pastoral iniciado en los 90 le ha impreso mucha solidez y seriedad a la tarea. El deseo de estructuras de comunión, de plantear procesos de evangelización a largo plazo, el calor por la misión, hace que sean más fáciles las propuestas sinodales del papa Francisco.

P.- ¿Qué realidades locales específicas construyen esta nueva Diócesis respecto de quienes la habitan y cuáles son las actividades que merecen atención especial?

R.- Las realidades desafiantes son: la búsqueda de justicia en los planteos de las comunidades mapuches alejadas de planteos violentos, los planteos ecológicos por el cuidado de la casa común ante proyectos extractivistas o que ponen en riesgo el delicado equilibrio del Río Chubut y sus afluentes, las problemáticas vinculadas al mar, la fauna, la pesca y los derechos de sus trabajadores.

Asimismo, como buena parte de nuestro país, convivimos con la pobreza estructural, los problemas de alimentación, la falta de educación sistemática, el analfabetismo, la deserción. Vivimos las dificultades de encontrar trabajo genuino, el clientelismo, la exacerbación de las diferencias que generan un clima de división, la incapacidad de proponer y sostener proyectos comunes. Los consumos problemáticos, la marginación y vulnerabilidad que se genera alrededor de esto, nos desafían permanentemente, de la misma manera que las situaciones de violencia de género y postergación de la mujer, las situaciones abusivas, de abuso de poder, de asimetría, etc.

Voz que anuncia, alienta, acompaña

P.- Regálenos un mensaje desde su amor a la Palabra para este tiempo que inauguramos todos con esta nueva Diócesis de Rawson.

R.- Yo no conozco Tierra Santa, pero durante años dicté clases de geografía bíblica. Y al llegar a esta parte de la Patagonia, descubrí muchas similitudes con aquel paisaje; eso mismo me ha hecho resignificar mi lema episcopal: “El va delante de ustedes a Galilea y allí lo verán”.

Eso le dice el ángel a las mujeres para que le diga a Pedro y a los otros discípulos…, y les toca a todos caminar –correr– desde Jerusalén hacia la Galilea en medio de paisajes similares a los nuestros. A mí me gustaría ser esa voz que anuncia, alienta, acompaña hacia el encuentro con Jesús en Galilea; un encuentro que evita las estructuras rígidas, los planteos solemnes y se da en la sencillez de las orillas del mar de Galilea. Un encuentro mediado por mujeres, primeras anunciadoras; por la Iglesia: madre, hermana, esposa, que nos invita a descubrir un Dios con entrañas maternas, siempre conmovido, siempre cercano…, siempre lleno de misericordia.

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