“El Sínodo de la Sinodalidad no es una odisea espacial preprogramada con ecuaciones matemáticas fijas”. Así lo ha afirmado el cardenal arzobispo de Rangún (Myanmar), Charles Bo, durante su homilía en la misa celebrada en la Basílica de San Pedro para abrir la XVI Congregación General. Además, el también presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (FABC) considera que esta Asamblea “inaugura una larga marcha de esperanza para toda la humanidad, incluso en medio de la agitación global”.
Según el purpurado, “cuando emprendemos diferentes caminos en la vida y en la fe sin estar seguros de nuestro destino, estamos llamados a aventurarnos en lo desconocido”, porque “Dios se convierte en nuestro guía, nuestro mapa de carreteras y nuestro compañero de viaje”. Para Bo, “la fe ilumina el camino a través de los momentos más oscuros y tumultuosos de la vida, permitiéndonos ver la gracia de Dios penetrando en las sombras”.
Un mundo de esperanza
En su homilía, el cardenal ha instado a los padres y madres sinodales a creer “en un Dios que desea un camino humano de esperanza y curación”. Y ha añadido: “Nuestro camino sinodal consiste en sanar y reconciliar al mundo en la justicia y la paz”.
“La única manera de salvar a la humanidad y crear un mundo de esperanza, paz y justicia es la sinodalidad global de todas las personas”, ha continuado. Así, ha compartido la principal preocupación de este Sínodo: “El legado que dejaremos a la próxima generación”.