Cáritas atendió en 2022 a 39.487 personas sin hogar en situación de calle, un 6,13% más que el año anterior, según la Memoria de actividades presentada en junio. Dos de cada diez eran mujeres y más de la mitad, españolas (51,6%). Con motivo del Día de las Personas sin Hogar, que se celebrará el próximo 29 de octubre, la entidad ha lanzado una nueva campaña. Bajo el lema ‘Comparte tu red. No dejes que se queden fuera de cobertura’, la iniciativa denuncia la falta de acceso a derechos, y, en especial, la desprotección social que sufren estas personas.
El progresivo aumento de la demanda femenina en estos proyectos de Cáritas ha motivado que en los últimos cinco años el 36% de las Cáritas diocesanas hayan decidido incrementar las plazas disponibles para mujeres en sus recursos. Así lo refleja el estudio ‘Un trabajo, una habitación y un gato’, cuyo objetivo es identificar las situaciones de sinhogarismo que viven las mujeres atendidas por Cáritas.
Sensibles a este fenómeno de la feminización de la exclusión, dos de cada diez Cáritas diocesanas han decidido poner en marcha programas o servicios específicos para mujeres en emergencia residencial. Actualmente, el 32% dispone de recursos especializados para ellas.
“Esta movilización de recursos responde no solo al aumento de la sensibilidad respecto a la situación de muchas mujeres sin hogar, sino también a la lenta respuesta que reciben de parte de la Administración Pública y sobre todo a su especial desprotección y vulnerabilidad, así como a una mayor estigmatización”, explica María Santos, responsable del programa de Personas Sin Hogar de Cáritas Española.
El estudio, realizado a través de un sondeo y entrevistas a mujeres sin hogar, confirma cómo la sociedad y las entidades públicas siguen reduciendo el sinhogarismo a las personas que duermen en la calle o viven temporalmente en recursos residenciales obviando las situaciones en las que se encuentran muchas mujeres y que son más difíciles de visibilizar.
Cuatro categorías de ‘sinhogarismo’
En este sentido, Santos explica que no se contempla “cómo las mujeres van sorteando de cualquier manera el hecho de dormir en la calle buscando alternativas que las hace más vulnerables, como vivir en viviendas inseguras –bajo amenaza de desahucio, acogidas por parte de familiares o amistades, con ocupaciones ilegales, bajo amenaza de violencia machista, u ofreciendo cuidado a cambio de alojamiento–”.
“Esta manera de afrontar o retrasar la situación de calle –añade– agrava la problemática por soportar durante más tiempo situaciones de violencia y precariedad además de provocar que permanezcan invisibles al sistema dificultando su cuantificación”.
Para Santos, el progresivo aumento del número de mujeres sin hogar en situación de calle “supone un reto en el diseño de políticas públicas tanto de prevención como de intervención”, sobre todo, porque “no siempre son mujeres solas, sino que en muchos casos van acompañadas de sus hijos e hijas, que quedan también en situación de desprotección”.
Como detalla Cáritas en un comunicado, “el ‘sinhogarismo’ es un problema social que no solo aglutina a las personas en situación de calle. De acuerdo a la Tipología Europea de Sin Hogar y Exclusión Residencial (ETHOS) hay cuatro categorías: en situación de calle, sin vivienda, vivienda insegura o vivienda inadecuada. Las personas que están en la calle y las que van de alojamiento en alojamiento son la cara más conocida Sin embargo, las personas que viven en chabolas, caravanas, asentamientos o viviendas cedidas son la parte más invisible del ‘sinhogarismo’.