El Patriarca ortodoxo celebró el funeral por los 18 cristianos muertos en el atentado contra una iglesia en Gaza
La Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén ha acogido el funeral por los 18 cristianos muertos en el atentado contra la iglesia ortodoxa de San Porfirio en Gaza. La celebración ha sido presidida por el patriarca ortodoxo, Teófilo III, quien estuvo acompañado por el nuncio apostólico, Adolfo Tito Yllana, y el Custodio de Tierra Santa, Francesco Patton. Este ataque “ha tenido un profundo impacto en la comunidad cristiana de Gaza y del resto de Tierra Santa”, señaló el patriarca a ‘L’Osservatore Romano’.
“Los supervivientes de esta terrible explosión son resistentes y están llenos del espíritu de Cristo. Han demostrado su fe tras esta terrible experiencia”, señalaba el líder ortodoxo. “Como fieles cristianos, estamos llamados a ser pacificadores y a buscar la justicia. Nuestra respuesta a este crimen de guerra debe servir como un faro de esperanza, demostrando el poder transformador de la fe y la capacidad de los cristianos de hacer justicia”, destacó al final de la celebración.
“Nuestra respuesta a este crimen de guerra debe servir de faro de esperanza, demostrando el poder transformador de la fe y la capacidad del espíritu humano para elevarse por encima de la oscuridad de la guerra”, reclamó el patriarca. Para Teófilo III “en estos momentos difíciles, es nuestro deber sagrado tender nuestra mano de apoyo y protección a nuestros hermanos y hermanas cristianos y a todos los afectados por la tragedia de Gaza”. El religioso reiteró que “la comunidad cristiana, a través de los patriarcas y los líderes de la Iglesia en Jerusalén, está trabajando incansablemente para ofrecer ayuda humanitaria y socorro a los que más han sufrido” atendiendo a todas las necesidades, desde alimentos a medicinas o energía.
“Mientras la región se enfrenta a circunstancias complejas y difíciles, nuestros hermanos y hermanas cristianos se mantienen firmes en su determinación de vivir las enseñanzas de Cristo”, reclamó apostando por el diálogo. “El nuestro es un mensaje de fe inquebrantable, de compromiso con la paz y de convicción de que, como cristianos, estamos llamados a ser pacificadores en esta tierra, encarnando la esperanza de un futuro más brillante y armonioso para todos sus habitantes”, reiteró.