El huracán Otis, considerado uno de los más fuertes que se han registrado en el Océano Pacífico mexicano, dejó tras su paso por el estado de Guerrero al menos 27 muertos, cientos de heridos y miles de damnificados.
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Hasta el momento se desconoce la magnitud de la tragedia dado que, desde el pasado 25 de octubre, cuando el huracán tocó costas guerrerenses, las vías de acceso quedaron destrozadas y bloqueadas a causa de los árboles derribados y de los escombros, así como las comunicaciones.
Por si fuera poco, la desesperación de los pobladores ha provocado el saqueo y la rapiña en comercios, tiendas departamentales y en algunas casas, lo que abona más al caos que se vive, principalmente en ciudades como Acapulco.
Una palabra de aliento del Papa
En este contexto, el papa Francisco, a través de la Secretaría de Estado, ha enviado sus condolencias al arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González, para expresarle que ora por las víctimas mortales y heridos a causa del fenómeno natural.
Firmado por el cardenal Pietro Parolin, el telegrama señala:
“Su Santidad Francisco, profundamente apenado al tener noticia del desastre natural que está afectando a esas costas de Guerrero, ocasionando víctimas, heridos y numerosos daños materiales, ofrece fervientes sufragios por el eterno descanso de los fallecidos, a la vez que pide al Señor conceda su consuelo a quienes sufren los devastantes efectos del huracán y ruega que incremente en la comunidad cristiana sentimientos de ardiente caridad para colaborar en la reconstrucción de las zonas afectadas”.
El texto asegura que, además, el Santo Padre, hace llegar su sentido pésame a los familiares de los difuntos, así como su paterna solicitud y cercanía espiritual a los heridos y damnificados del querido pueblo de Acapulco, “a los que imparte de corazón la confortadora bendición apostólica, como signo de fe y esperanza en Cristo resucitado”.