En una breve nota oficial, el Vaticano ha confirmado este viernes 27 de octubre que, “en septiembre, la Comisión Pontificia para la Protección de Menores informó al Papa de que había graves problemas en la forma de abordar el caso del sacerdote Marko Rupnik”, constatándose además “falta de cercanía a las víctimas”.
Tras esta queja formal por parte del departamento liderado por el cardenal de Boston, Seán Patrick O’Malley (significativa, pues la veintena de víctimas que acusan al mosaiquista esloveno eran mayores de edad cuando habrían sufrido tales abusos sexuales y de conciencia), Francisco “pidió al Dicasterio para la Doctrina de la Fe que revisara el caso y decidió levantar la prescripción para que se lleve a cabo un proceso”.
Y es que, como concluye el comunicado vaticano, “el Papa está firmemente convencido de que, si algo debe aprender la Iglesia del Sínodo, es a escuchar con atención y compasión a los que sufren, especialmente a los que se sienten marginados de la Iglesia”.
Es de esperar que esta noticia contribuya a aliviar el abatimiento de las alrededor de veinte mujeres que denuncian haber sido abusadas por Rupnik, que esta semana se había incrementado al conocerse que este se ha incardinado en la diócesis eslovena de Koper, donde podrá ejercer con normalidad su ministerio sacerdotal. Y es que, pese a que la Compañía de Jesús sí le han expulsado de su congregación y ya no es jesuita, mantiene su condición de presbítero.
De hecho, si bien, en enero de 2020, al estallar públicamente el escándalo de que habría abusado de varias religiosas en la Comunidad de Loyola en el momento de su fundación en Eslovenia, en los años 80, Doctrina de la Fe llegó a decretar su excomunión, esta le fue levantada cuatro meses después.
En este tiempo se ha producido su expulsión como jesuita, así como el castigo a Ivanka Hosta, la superiora de la Comunidad de Loyola y quien, siendo su mano derecha en esa etapa inicial del grupo, habría tapado toda denuncia de abuso de las hermanas contra Rupnik.
Pero ha habido otro elemento clave: en septiembre, una investigación del Vicariato de Roma concluía la investigación eclesial y decretaba que la vida comunitaria en el Centro Aletti (situado en la capital italiana, era la otra fundación carismática del artista esloveno, junto a la que fundó en su país) era “sana” y, por lo tanto, Rupnik quedaba exento de toda culpa.
Ahora sabemos que, por las mismas fechas, en septiembre, el departamento de O’Malley alertó al Papa. Y que este ha apoyado su denuncia exigiendo a Doctrina de la Fe que revise el caso. El organismo, que ahora pastorea el cardenal Víctor Manuel Fernández (aunque este tiene la dispensa papal para centrarse en las cuestiones doctrinales y no entrar en los casos de abusos), tras la salida de Ladaria, tiene un importante reto por delante. El mundo entero está mirando con mucha atención.