Luego de que la Corte Constitucional colombiana abriera la puerta para considerar a los animales de compañía: perros y gatos como un integrante de la familia, con los mismos derechos que un hijo, en lo que denominaron ‘familia multiespecie’, las opiniones están divididas.
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Los obispos colombianos, a propósito de este tema, han publicado el subsidio “Los animales en el plan de Dios” en el que han lanzado varias interrogantes: ¿Tienen límites los cuidados que damos a los animales de compañía? ¿En qué sentido los animales son bienes? ¿Cómo repercute esta realidad en la crisis de la familia? ¿Qué pensar del proyecto de “familias multiespecie”?
Al respecto, Raúl Ortiz, director del departamento de doctrina y promoción de la unidad y el diálogo de la conferencia de obispos, señaló que “la familia solo está conformada por la especie humana”, que si bien los animales “deben recibir cuidados y atención dentro de una familia” no se les puede “atribuir personalidad humana”.
Sobre quienes deciden no tener hijos y, en vez de ello, adoptan un animal ha indicado que “pueden hacerlo” y recomienda que “adopten animales en situación de calle, que están sufriendo, pero sin darle la categoría o rol de un hijo”.
Puesto que al vestirlos, realizar ceremonias religiosas o cumpleaños, incluso un funeral, “esas también son formas de maltrato animal”.
El maltrato animal es un pecado
En el texto que han publicado han desarrollado 25 preguntas concretas – incluidas las personas que se perciben animales –para responder con base a principios históricos, escriturísticos, de teología dogmática y moral, de bioética y pastoral, en consonancia con el magisterio eclesial.
Si bien a los animales no puede tratarse como humanos, la Iglesia colombiana aclara que “les da, eso sí, el puesto que Dios mismo les ha otorgado en el plan divino de la creación”, por tanto “la defensa de la dignidad de la persona humana es, al mismo tiempo, preservación y cuidado de todo lo creado”.
Asimismo han señalado que “el maltrato a los animales se considera un pecado, sobre todo cuando se les hace sufrir inútilmente y se afecta su integridad, como en el caso de los animales usados para corridas de toros y peleas de gallos”.
Además, existe la noción de ‘pecado ecológico’ sobre las acciones u omisiones contra el medio ambiente, afectando a las generaciones futuras.
¿Los animales van al cielo?
Los obispos precisaron algunas cuestiones teológicas y sacramentales sobre los animales, por ejemplo, “se permite a animales estar en celebraciones sacramentales y pastorales, siempre que se sigan ciertas pautas para garantizar el comportamiento adecuado de los animales y el respeto hacia las personas que puedan ser afectadas por su presencia”.
También los animales pueden ser bendecidos como parte de la tradición católica durante las festividades de san Antonio y de san Francisco de Asís. “Esto se realiza en reconocimiento de que los animales están encaminados al bien común en favor de la vida humana”.
¿Los animales van al cielo? Sobre este aspecto han dejado muy claro que “la enseñanza católica sostiene que los animales no tienen un lugar específico de vida ultraterrena, ya que no poseen almas inmortales”.
Por ende, la preocupación excesiva por este tema “puede llevar a la humanización indebida de los animales y desviar la atención de cuestiones más fundamentales sobre el cuidado de la creación”.
El libro publicado podrá adquirirse en la librería del episcopado o escribiendo al correo libreria@cec.org.co.
Foto: Shutterstock