“El protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo”. Con estas palabras arrancó ayer en torno a las ocho y media de la tarde Francisco su última intervención en la asamblea sinodal. Se cerraban así veinticinco días de intenso trabajo que comenzaron el 4 de octubre y han terminado hoy y en el que han participado 464 personas. De ellas, 365 con derecho a voto que aprobaron todos y cada uno de los 336 puntos del informe de síntesis que propone no pocas reformas al Papa, a la espera de la segunda vuelta de esta asamblea que se celebra en otoño de 2024.



“Quiero agradecer el trabajo de todos y cada uno”, señaló el pontífice, poniendo la mirada en los responsables de la Secretaría General del Sínodo, pero subrayando especialmente el trabajo “de los escondidos que han posibilitado todo esto”. El pontífice fue escueto en su intervención y no quiso añadir nada más, sobre todo, teniendo en cuenta que en la tarde del jueves ya pronunció un discurso con sabor conclusivo en el que defendió la legitimidad de esta asamblea sinodal: “Una de las características de este pueblo fiel es su infalibilidad”. A la vez, también reivindicó el papel de las mujeres en la Iglesia, uno de los puntos clave del documento sinodal: “La mujer del santo pueblo fiel de Dios es reflejo de la Iglesia. La Iglesia es femenina, es esposa, es madre”.

El responsable de cerrar el turno de intervenciones de la asamblea fue el cardenal arzobispo de México, Carlos Aguiar. Como presidente delegado del Sínodo de la Sinodalidad, sentado a la izquierda del pontífice jesuita, defendió que “estamos respondiendo al llamado de san Pablo VI, que en pleno Concilio Vaticano II, mediante su primera encíclica, ‘Ecclesiam Suam’, refleja que nuestros trabajos del presente sínodo, responden con fidelidad”.  A partir de ahí, reivindicó la necesidad de recuperar el espíritu de pobreza, de caridad y de diálogo con el mundo de hoy.

Compartir
Noticias relacionadas



Evangelio del día

Alicia Ruiz López de Soria, ODN







El Podcast de Vida Nueva