La Conferencia Episcopal reitera que no ha tenido nada que ver en el proceso de incardinación del presunto abusador en una diócesis del país
Tras conocerse, la semana pasada, que la diócesis eslovena de Koper ha acogido en su presbiterio al presunto abusador Marko Rupnik las reacciones no se han hecho esperar. Si bien el obispo Jurij Bizjak que aceptó al exjesuita expulsado por desobediencia y sobre el que pesan denuncias de abusos por parte de unas 25 mujeres se amparó en la presunción de inocencias y en la consulta hecha al nuncio sobre la situación canónica; las cosas no se quedan ahí.
La Conferencia Episcopal Eslovena ha publicado una declaración de su presidente, el obispo de Novo Mesto, Andrej Saje, en la que insiste que el resto del episcopado no ha tenido nada que ver en este movimiento. “Cada obispo es autónomo e independiente en este asunto y, por tanto, no está obligado a informar” a la Conferencia, explica el presidente. Este se ha mostrado cauto en la defensa que ha hecho la diócesis de la presunción de inocencia y recalca que la expulsión de la Compañía es un indicio fuerte.
“Una medida tan extrema no puede entenderse de otro modo, según el derecho canónico, como una sanción penal por acciones graves e intolerables”, destaca. Saje asegura que los obispos del país se ponen del lado de las víctimas “para que sean escuchadas y se haga justicia” y asegura que estos vigilarán “lo que ocurre en nuestras comunidades eclesiales para que no haya abusos de autoridad por parte de altos cargos en el futuro”. Este hecho, lamenta el obispo, puede suponer un freno a las nuevas estructuras de Tolerancia Cero que se están poniendo en marcha en la Iglesia en Eslovenia.