Este mediodía, con motivo de la Solemnidad de Todos los Santos, el papa Francisco ha rezado la oración del ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. Felicitando esta fiesta reflexionó sobre la santidad como “don y camino”. Además, al concluir la oración, saludó especialmente a los participantes de la típica Carrera de los Santos solidaria que hay en Roma. También recordó que celebrará la misa por los difuntos este 2 de noviembre y pidió oraciones por quienes viven la guerra en Ucrania, Palestina e Israel y tantas regiones del mundo.
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Don y camino
La santidad, señaló el Papa, es “un don, un regalo que no se puede comprar”. “La santidad es un don de Dios que recibimos en el Bautismo: si la dejamos crecer, puede cambiar completamente nuestra vida” añadió porque “los santos no son héroes inalcanzables o lejanos, sino personas como nosotros, nuestros amigos, cuyo punto de partida es el mismo don que hemos recibido. De hecho, si lo pensamos bien, seguro que hemos conocido a algunos de ellos, a algunos santos cotidianos, que vive la vida cristiana con generosidad, lo que yo llamo ‘de la puerta de al lado””. “La santidad es un don que se ofrece a todos para una vida feliz”, prosiguió.
“La santidad es también un camino, un camino que hay que hacer juntos, ayudándonos mutuamente, unidos a esos excelentes compañeros que son los santos, añadió. Francisco los presentó como “nuestros hermanos mayores, con los que siempre podemos contar: nos sostienen y, cuando nos equivocamos de camino, con su presencia silenciosa nunca dejan de corregirnos; son amigos sinceros, en los que podemos confiar, porque desean nuestro bien, no nos señalan con el dedo y nunca nos traicionan”.
Para el Papa, en las vidas de los santos “encontramos un ejemplo, en sus oraciones recibimos ayuda, y en la comunión con ellos nos une un vínculo de amor fraterno”. El pontífice agradeció al Espíritu Santo el don de la santidad e invitó a todos a confrontarse con el ejemplo de los santos a la vez que se dirigió a María.