Poco a poco la renovación de la Curia Romana va llegando a todas las estructuras vaticanas. Este 1 de noviembre le toca a la Pontificia Academia de Teología, un organismo del Dicasterio para la Cultura y la Educación, que cuenta con nuevos estatutos tras la publicación de la carta apostólica en forma de ‘Motu Propio’ ‘Ad theologiam promovendam’ con sus nuevos estatutos aprobados por el papa Francisco.
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“Promover la teología del futuro no puede limitarse a proponer abstractamente fórmulas y esquemas del pasado”, advierte el número 1 de los estatutos que confieren a la teología una función de “interpretar proféticamente” la Revelación en diálogo con las trasformaciones culturales del mundo. Por ello, esta academia fundada en 1718, ha mantenido su “exigencia de poner la teología al servicio de la Iglesia y del mundo, modificando su estructura cuando ha sido necesario y ampliando sus objetivos” desde la formación de sacerdotes a asumir otras funciones como marcan sus últimos estatutos de 1999.
Teología en diálogo
Ahora Francisco pide hacer sus normar “más adecuadas a la misión que nuestro tiempo impone a la teología. Una Iglesia sinodal, misionera y ‘en salida’ sólo puede corresponder una teología ‘en salida’”. “La apertura al mundo, al hombre en la concreción de su situación existencial, con sus problemas, heridas, desafíos y potencialidades, no puede reducirse a una actitud ‘táctica’, adaptando extrínsecamente contenidos ya cristalizados a nuevas situaciones, sino que debe urgir a la teología a un replanteamiento epistemológico y metodológico”, advierte el Papa.
Así, el pontífice pide hacer “una teología fundamentalmente contextual, capaz de leer e interpretar el Evangelio en las condiciones en que los hombres y mujeres viven cotidianamente, en distintos ambientes geográficos, sociales y culturales, y teniendo como arquetipo la Encarnación del Logos eterno, su entrada en la cultura, cosmovisión y tradición religiosa de un pueblo”. Francisco advierte que “la teología no puede sino desarrollarse en una cultura del diálogo y del encuentro entre diferentes tradiciones y diferentes saberes, entre diferentes confesiones cristianas y diferentes religiones, confrontando abiertamente a todos, creyentes y no creyentes”. Por eso reivindica una teología que “no se encierra en la autorreferencialidad, que conduce al aislamiento y a la insignificancia, sino a percibirse inserta en una red de relaciones, en primer lugar con otras disciplinas y otros saberes”.
“El diálogo con otras formas de saber presupone evidentemente el diálogo dentro de la comunidad eclesial y la conciencia de la esencial dimensión sinodal y comunitaria del hacer teología: el teólogo no puede dejar de vivir la fraternidad y la comunión en primera persona, al servicio de la evangelización y para llegar al corazón de todos”, recalca el Papa. Por ello anima a que “la Pontificia Academia de Teología está llamada a desarrollar, en constante atención a la naturaleza científica de la reflexión teológica, el diálogo transdisciplinar con otros saberes científicos, filosóficos, humanísticos y artísticos, con creyentes y no creyentes, con hombres y mujeres de distintas confesiones cristianas y de diferentes religiones”.