La jesuitina reflexionó en el ITVR sobre la polarización y los desafíos en la evangelización hoy
Así lo manifestó la jesuitina Silvia Rozas, coordinadora de áreas y departamentos de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), en una nueva sesión de ‘Los Jueves del ITVR’ (Instituto Teológico de Vida Religiosa), las propuestas formativas del centro de formación de los misioneros claretianos, centrado en esta ocasión en las “polarización y desafíos para la evangelización hoy: una provocación a toda la vida consagrada”.
“Nuestra misión es la misión de Jesús”, subrayó Rozas, que preguntó a los presentes: “¿A quién estoy anunciando hoy?”. A partir de ahí, en el contexto de una sociedad gaseosa y secularizada, polarizada bajo la amenaza de los populismos, la teóloga y comunicadora expuso cómo la Iglesia no vive ajena y se contagia de esta coyuntura. “En la Iglesia nos volvemos rígidos, nos ponemos en actitud de combate, cuando el actual contexto social es una oportunidad para mostrar nuestra fe”, sugirió.
Desde ahí, hizo un llamamiento a la comunión trabajada en lo cotidiano “sin recetas”. “Comunión no es que todos pensemos igual, sino que nos unamos en lo esencial”, planteó Rozas con constantes referencias al Papa Francisco. “Lo católico une lo bueno y lo no tan bueno”, añadió la hija de Jesús, que cuestionó como “muchas veces, los propios cristianos damos la sensación de no estar jugando en el mismo equipo, sino divididos en grupos contrarios”.
Con este precedente, planteó la urgencia de una escucha activa, un reconocimiento de la pluralidad entendiendo que la diversidad no es un obstáculo, así como dosis de “misericordia por encima de todo, lo que pasa por respetar al otro”.
Sobre la falta de vocaciones y, en general, sobre el descenso en el número de creyentes, expuso con autocrítica que “lloramos porque somos pocos, porque tenemos que cerrar comunidades, por nuestra mediocridad, por nuestra incoherencia, porque ya no somos significativos…”. A partir de ahí, recordó que el 70 por ciento de las congregaciones que se han fundado a lo largo de la historia han desaparecido, “unas porque se encerraron en sí mismas y otras que se volvieron tan porosas con el mundo, que se diluyeron”. Al hilo de esta cuestión, defendió que hoy los religiosos “no somos pocos, somos menos”. “No hay ni pasado ni futuro, solo hay un presente, pero necesitamos conocer el pasado, para asumir el presente y afrontar el futuro”, aseveró Rozas.
“¿Y si fuera Dios es el que está desmantelando nuestra vida consagrada y nos está dejando a la intemperie?”, se preguntó la consagrada, analizando este proceso de transformación como una invitación a “volver a la raíz”. “Los religiosos tenemos que volver a nuestra identidad, recuperar con claridad lo que somos y cual es nuestra misión para ofrecer respuestas a los desafíos actuales”, expuso, reiterando que “no nacemos para sobrevivir, sino para anunciar el Evangelio, el fin es Jesucristo”.