El Aula Pablo VI recuperó ayer por la tarde su función como auditorio después de un mes utilizado como epicentro de la asamblea del Sínodo de la Sinodalidad. El reestreno se ha correspondido con un lleno absoluto gracias a Charis, la entidad internacional de la Renovación Carismática Católica creado hace cinco años para una mejor organización de esta realidad eclesial . Una audiencia con el Papa Francisco culminó el encuentro de tres días organizado por este movimiento, celebrado bajo el lema ‘Llamados, transformados y enviados’.
“¿Está creciendo en madurez eclesial?”. Es la pregunta que lanzó el pontífice nada más arrancar su alocución, invitando a los presentes a ser “una voz que acompaña e indica a todas las comunidades un camino para recorrer en comunión”. En este sentido, les felicitó por haber “superado la estrechez de miras, estáis luchando contra ella y eso me gusta”. “Respecto a la estrechez de miras -se detuvo el Papa-, una santa monja me dijo una vez que algunos católicos son como caballos, que tienen anteojeras y son incapaces de mirar hacia un lado o hacia otro”.
Con este punto de partida, les alentó a seguir extendiendo los llamados ‘Seminarios de Vida Nueva’, una iniciativa pastoral centrada en ofrecer “un encuentro con Jesús vivo, con su Palabra, con su Espíritu, con su Iglesia vivida como ambiente de acogida, como lugar de gracia, de reconciliación, de renacimiento”. A partir de ahí, los animó a que este itinerario se complemente con “cursos de formación adecuados”. “No debemos dar por sentado que, una vez que hemos recibido el Bautismo en el Espíritu, ya somos plenamente cristianos”, completó el Obispo de Roma.
En paralelo, también les alertó de algunos riesgos en los que puede caer la Renovación Carismática. “El servicio que Charis puede hacer es precisamente el de promover los carismas y animarlos a ponerse al servicio de toda la Iglesia”, planteó, para exponer a renglón seguido que “promover no es controlar los carismas”. Incluso les previno de una tentación: “No olvidéis que vuestro trabajo no es juzgar quién es ‘auténtico carismático’ y quién no, no es vuestro trabajo. Esta es una tentación de la Iglesia, desde el principio”.
En cualquier caso, instó a los presentes en la audiencia a confirmar quien es un verdadero cristiano renovado: “Las personas que experimentan una renovación al máximo saben sonreír. Saben sonreír. Y esta sonrisa les ayudará a mantenerse alerta para no caer en la tentación de juegos de poder e influencia, rechazando el deseo de sobresalir y mandar, sabiendo que su verdadera misión es servir”.