“La fiebre sinodal no es de hoy, sino que ya se dio en el Concilio Vaticano II”. Con estas palabras el cardenal emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela, arrancó esta mañana su intervención en la presentación del XXV Congreso Católicos y Vida Pública, titulado ‘Vivir, compartir, anunciar. Evangelizar’, un acto que se celebró en el aula magna de la facultad de Economía de la Universidad CEU San Pablo de Madrid.
El purpurado se remitió a esta “fiebre sinodal” echando mano de lo que consideró como “su manifestación más especial” en el antaño Sínodo de los obispos holandeses y el catecismo que sacaron adelante. Con esta mirada atrás al pasado dio el salto a revisar la reciente historia de la Asociación Católica de Propagandistas con la mirada puesta en el foro de reflexión que se celebrará desde el viernes 17 de noviembre hasta el domingo 19, en la Universidad CEU San Pablo, en Madrid, y en el encuentro participarán ponentes nacionales e internacionales.
En otro momento de su intervención, el que fuera presidente del Episcopado español, detalló que “la aplicación de las primeras décadas del Concilio Vaticano II fue muy anárquica” a través de “la transmisión de virus disolventes”, refiriéndose a los años 70 y 80 como subrayó de forma expresa. Aun con estos avatares, Rouco defendió que “la Iglesia no desaparecerá nunca hasta que el Señor vuelva”.
Por otro lado, el cardenal Rouco ahondó en su ponencia sobre el concepto de católico: “Ser católico es ser cristiano viviendo su comunión con la Iglesia católico. Ser católico es ser de Cristo y ser de Cristo en la Iglesia. No se puede ser cristiano a la manera de ese lema de los 80 que decía ‘Cristo, sí; la Iglesia, no’. Es imposible separar Cristo de la Iglesia porque la Iglesia es el cuerpo de Cristo”. “¿Qué es vida pública? Los vecinos que tienes, el barrio en el que te mueves”, remarcó el purpurado sobre los espacios de misión que tiene hoy la Iglesia y los católicos. Para Rouco, este reto pasa por “cumplir los diez mandamientos de la ley de Dios y vivir tu vida personal sin una separación entre vida privada y vida pública, vivir la vida de la Iglesia”. “La Iglesia no es un sistema de dirección única: lo único que te obliga es el Credo y el ser apóstol”, apostilló.
Junto a estas reflexiones, el que fuera arzobispo de Madrid, se detuvo en el contexto social y político tanto en la Guerra Fría como en el final de la década de los 90, cuando surgió la iniciativa de este congreso. “En la España del año 1998 con sus relaciones hondas con Europa. Europa no se entiende sin España y España no se entiende sin Europa”, compartió, deteniéndose en otros aspectos como la separación de los acuerdos Iglesia-Estado, la influencia de la Doctrina Social de la Iglesia en el capitalismo social, el respeto a la dignidad humana y a la defensa de la vida…
“El pontificado de Juan Pablo II fue un milagro”, reconoció Rouco durante su ponencia. Y es que fue en el marco de pastoreo de Karol Wojtyla en el que se puso en marcha el Congreso Católicos y Vida Pública. A partir de ahí, elogió como los organizadores de este encuentro de reflexión y formación “han tenido muy en cuenta el magisterio de los Papas y de la Conferencia Episcopal Española”. De la misma manera, apreció cómo desde la Asociación Católica de Propagandistas han sabido hacerse eco de “la problemática de fondo de este tiempo que se agudiza cada vez más: la antropología y la concepción del hombre”.
Rouco fue presentado en esta jornada por el catedrático de Periodismo de la Universidad CEU San Pablo, José Francisco Serrano, que definió al purpurado como “miembro de una generación de obispos que se nos están yendo”. “Soy partidario de la hermenéutica de la continuidad y no de la hermenéutica de la ruptura, frente a las tentaciones del adanismo y del edadismo, hemos recibido de Don Antonio y de esa generación de obispos un legado en la continuidad de la tradición y lo único que pido al Señor es que seamos institucional y personalmente dignos herederos de esta tradición, de esa forma de ser cristianos y católicos en la vida pública”, entonó Serrano.
Para cerrar el acto, intervino el presidente de la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación San Pablo CEU, Alfonso Bullón de Mendoza, que recordó cómo esta iniciativa nació para ser “un foro que fuera lugar para que los católicos pudieran dialogar y expusieran su visión sobre diferentes temas”. “En principio Católicos y Vida Pública era el nombre de la primera edición, pero cuando se llegó a la segunda edición, se decidió que se mantuviera como eje”, completó.