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Kara-Murza, opositor a Putin en la cárcel, denuncia también a Kirill y su cruzada contra el “pacifismo herético”

  • Condenado en abril a 25 años de cárcel, ha conseguido hacer llegar a ‘Asia News’ un artículo contra el patriarca de Moscú
  • Rechaza que se haya puesto “el poder del César por encima del poder fundamental de la fe cristiana”





La de Vladimir Kara-Murza es una de las voces de la oposición a Vladimir Putin con más prestigio dentro y fuera de Rusia. Lo cual, en estos tiempos, se acaba pagando en Moscú con la propia vida o con la pérdida de libertad… En el caso de este joven activista de 42 años, en abril, le causó una pena de 25 años de cárcel (ya años antes sufrió dos intentos de asesinato), acusándole el régimen putinista de “alta traición, cooperación con los países de la OTAN y difusión de información falsa sobre el ejército ruso en la invasión de Ucrania”.



Pese a su estancia en prisión, en el campo Ik-6 de la región de Omsk, el líder opositor ha conseguido hacer llegar a ‘Asia News’ un artículo que se titula ‘La Iglesia y la guerra’ y en el que lamenta con honda tristeza la bendición espiritual que Putin ha recibido al invadir Ucrania por parte de Kirill, patriarca ortodoxo de Moscú.

Contra la conciencia

En su artículo define como “inaceptable para la conciencia de los cristianos” este posicionamiento eclesial. Otro reflejo social más por el que “Rusia lleva mucho tiempo viviendo según Orwell”. Ahora, “después de febrero de 2022”, cuando se consumó la invasión de Ucrania, “esta realidad paralela ha terminado por imponerse”.

Así, aunque “parecería que uno no debería sorprenderse por las distorsiones más locas, las tergiversaciones más descaradas y los intentos más escandalosos de decir ‘blanco’ al negro”, no dejan de llegar noticias que a Kara-Murza le causan estupor. Entre ellas, las que llegan “de la región de Tver, donde el sacerdote Ilja Gavryškiv se vio obligado a disculparse públicamente, delante de la Cámara, por el hecho de que durante la liturgia no rezó por la ‘victoria’ sobre Ucrania, sino por la paz”. Algo a lo que le forzó “su obispo”, Adrian Uljanov, que le dijo: “Si no se arrepiente, está despedido. Váyase a pasear”.

Clérigos perseguidos

Lo mismo sufrió anteriormente “el sacerdote moscovita Ioann Koval, que había sido destituido por una ‘ofensa’ similar”. O también en Kostroma, donde “el tribunal diocesano había prohibido ejercer al sacerdote Ioann Burdin por su postura antibelicista”. Sin olvidar “al antiguo rector de la Iglesia de la Resurrección de Karabanovo, acusado de ‘pacifismo herético’”.

Como constata Kara-Murza, “cada vez se cuentan más historias similares en todo el país, en las distintas eparquías de la Iglesia ortodoxa rusa. Los sacerdotes cristianos son castigados porque, siguiendo los mandamientos bíblicos, hablan públicamente de la inadmisibilidad del derramamiento de sangre y hacen un llamado a la paz. Probablemente, esto tampoco se le habría ocurrido a Orwell”.

Pena, angustia y luto

Una realidad que a él, “como cristiano ortodoxo, solo me causa pena, angustia y un sentimiento de profundo luto, tanto por el clero injustamente perseguido como por toda nuestra Iglesia, por boca y manos de nuestros jerarcas de hoy, como si pusieran el poder del César por encima del poder fundamental de la fe cristiana. Porque el rechazo del asesinato y de la violencia está en el corazón mismo del cristianismo. La Sagrada Escritura habla de ello inequívocamente: desde la maldición del Antiguo Testamento a Caín, que derramó la sangre de su hermano (Gn. 4:10-12), hasta el sexto mandamiento del Decálogo: ‘No matarás’ (Éxodo 20:13), y las palabras del profeta sobre las espadas y las rejas de arado de que ‘no agitarán al pueblo con la espada contra otro pueblo, ni aprenderán a pelear más’ (Éxodo 2: 4), antes de la llamada del Salvador al discípulo a guardar la espada en su vaina, ‘porque todo el que toma la espada perecerá a espada’ (Mateo 26:52), y el mandamiento ‘Bienaventurados los pacificadores’ en el Sermón de la Montaña (Mateo 5:9)”.

El líder opositor hace un repaso detallado por las escrituras y por la historia eclesial de su país, lo que le permite concluir que “la postura adoptada por los dirigentes del Patriarcado de Moscú respecto a la guerra en Ucrania contradice, no solo los fundamentos de la fe cristiana, sino también sus propios documentos oficiales”. Así, entre las acciones “en las que el clero y las estructuras eclesiásticas canónicas no pueden prestar ayuda al Estado ni colaborar con él (‘Fundamentos de la doctrina social de la Iglesia ortodoxa rusa’, adoptados con la participación directa del actual patriarca durante su época de metropolitano), mencionan directamente ‘la conducción de una guerra civil o de una guerra exterior agresiva’”.

Contra sus propios estatutos

Formulación que, en definitiva, “no permite a la Iglesia apoyar la guerra, incluso si se acepta la mitología del Kremlin de que ‘rusos y ucranianos son un solo pueblo’, y más aún dada su naturaleza real de guerra exterior agresiva, confirmada repetidamente por las resoluciones de la Asamblea General de la ONU”.

Incluso “el patriarca anterior [Alexis II], que a menudo (y con razón) fue criticado por la línea ‘serbia’ de sumisión a las autoridades seculares, adoptó una clara postura pública durante la guerra de Chechenia”, defendiendo a “las víctimas inocentes del sangriento conflicto”. Entonces, al comienzo de la primera guerra de Chechenia, el predecesor de Kirill reiteró que “ni siquiera las más justas y legítimas consideraciones de beneficio estatal pueden justificar los sacrificios y sufrimientos de la población civil. Ningún objetivo, ni siquiera el más noble, debe alcanzarse mediante métodos violentos, que en última instancia podrían conducir a la multiplicación del mal”.

“Gratitud” por los pastores valientes

Hoy, en cambio, “tales palabras” en “el clero de la Iglesia Ortodoxa Rusa” suponen una “amenaza de prohibición y despido”. De ahí que aplauda con “gratitud” a “los pastores que sí alzan su voz para poner fin a la guerra, sin importar las posibles consecuencias para ellos mismos, y que hoy defienden el honor de la Iglesia rusa a pesar de sus propios jerarcas. Sé que esto es importante para muchas personas en nuestro país. Y será aún más importante si comprendemos todo lo que está ocurriendo y la responsabilidad que inevitablemente recaerá sobre nuestra sociedad -incluida la Iglesia- cuando esto termine”.

Mientras, desde su cárcel siberiana, Kara-Murza, quien llegó a ser uno de los 14 elegidos por el senador republicano estadounidense John McCain para cargar su ataúd poco antes de morir, sueña en un tiempo, “cuando esto termine”, en el que en Rusia no imperen Putin, Kirill… ni el ‘Gran Hermano’ que todo lo ve que anunció Orwell.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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