“La Iglesia necesita un cambio importante que está aplazado, prácticamente, desde la celebración del Vaticano II, que reconoce la hondura que supone ser Pueblo de Dios y la dignidad de ser bautizado”. Con estas palabras, Maru Megina, presidenta de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) abanderaba esta semana la presentación del libro ‘Caminar juntas y juntos. Soñar la Iglesia, vivir la misión’(Ediciones HOAC).
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Se trata de una obra coral que ve la luz cuando se ha culminado la primera vuelta del Sínodo de la Sinodalidad y que ha tenido su puesta de largo en el salón de actos del Arzobispado de Madrid. Junto a Megina, tomaron parte en el encuentro tres de los autores del libro, los teólogos Carmen Picó y Pablo Genovés, así como el sacerdote Fernando Díaz Abajo.
Realidad pastoral
Para Megina, “necesitamos una Iglesia otra, como dice el Papa Francisco, que se hace presente en el mundo sufriente, abierta, profética, que beba de las fuentes de las primeras comunidades para actualizarlas”. En esta misma línea, Picó Guzman apuntó que “existe una realidad pastoral que no ha facilitado un laicado maduro”. “El Vaticano II hizo un gran regalo a la persona laica: reconocerla en su vocación, algo que hay sectores en la Iglesia donde se ha costado entender”, añadió la teóloga.
Con este punto de partida, defendió que hoy a los laicos “se nos tiene que escuchar y tenemos que saber escuchar”, en tanto que “todos estamos llamados a ser evangelizadores allá donde esté la Iglesia”. De la misma manera, expresó que “la Iglesia tiene que ser capaz de escuchar a todos sus miembros en todas sus posibilidades y darles un lugar”. En este sentido, subrayó que “las mujeres no podemos renunciar a nuestra plena ciudadanía en la Iglesia”.
Leer el mismo Evangelio
Por su parte, Genovés Azpeitia hizo un llamamientos, en aras de la sinodalidad, para que se reflexione “quienes somos los que vamos a caminar juntos”. “¿Puedo caminar de verdad junto a otra gente de la Iglesia? ¿De verdad leemos el mismo Evangelio?”, se preguntó, aludiendo a las diferencias que se pueden dar entre unos y otros en cuestiones como la pastoral afectivo-sexual. Como respuesta, apuntó la necesidad de afrontar el debate sinodal “con compasión”.
Díaz Abajo compartió que “los cristianos del siglo XXI tenemos que hacer un camino de vuelta a Galilea quitando la maleza y las zarzas que se ha ido acumulando en la Iglesia a lo largo de tantos años”. “Somos hijos de un Dios que es comunión, que es Trinidad, lo que implica reconocer la mutua dignidad de todos los que formamos la Iglesia y el derecho mutuo a participar y discernir comunitariamente”, planteó como defensa de la aventura sinodal.