Vaticano

‘Vademécum’ de Francisco para los santuarios: recuperar el sentido de la adoración y evitar que los curas sean un “obstáculo” en las confesiones

El Papa recibe a los participantes en el encuentro mundial de estos templos organizado por el Dicasterio para la Evangelización





Francisco quiere que los santuarios católicos tengan un especial mimo a la hora de elegir a los sacerdotes que ponen al frente del sacramento de la reconciliación. Se lo ha dejado meridianamente claro a los participantes del segundo encuentro internacional de responsables de santuarios organizado por el Dicasterio para la Evangelización. En el marco de una audiencia en el Aula Pablo VI, el Papa ha ahondado en el lema de la cita, ‘El santuario, casa de oración’.



“Recomiendo que en la elección de los sacerdotes para las confesiones haya buen discernimiento, para que quienes se presenten al confesionario atraídos por la misericordia del Padre no encuentren obstáculos para experimentar la plena reconciliación”, aseveró nada más comenzar su alocución, reflejo de su preocupación sobre este hecho.

Reconciliar y perdonar

Justo después, el pontífice recordó que “el sacramento de la reconciliación es perdonar, siempre, perdonar: No puede suceder, especialmente en los santuarios, que encuentren obstáculos, porque en ellos la misericordia de Dios pide expresarse de manera sobreabundante, por su misma naturaleza”.

De la misma manera, recordó que son muchas las personas que acuden a estos templos con  “una carga, un dolor, una preocupación en el espíritu y en el cuerpo”. Ante estas heridas, Jorge Mario Bergoglio presenta el consuelo como mejor cura, pero no como “una idea abstractiva”, sino que refleje “una cercanía compasiva y tierna, que incluye el dolor y el sufrimiento”. “Este es el estilo de Dios: cercano, compasivo y tierno”, ahondó.

Con esta premisa, el Obispo de Roma también alertó a los presentes de la necesidad de prestar “especial atención a la adoración”. “Hemos perdido un poco el sentido de adoración, debemos recuperarlo”, señaló. Para ello, recomendó “promover en los peregrinos la experiencia del silencio contemplativo”. Eso sí, con la conciencia de que “la adoración no es un alejamiento de la vida; más bien es el espacio para dar sentido a todo, para recibir el don del amor de Dios y poder testimoniarlo en la caridad fraterna”.

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