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Strickland, tras su cese por el Papa: “Volvería a hacerlo igual”

  • Llegó a decir que Francisco tiene como “programa” del pontificado “socavar el depósito de la fe”
  • Tras una visita apostólica, el Vaticano comprobó graves irregularidades en su estilo de gobierno
  • Se negó a aplicar el decreto ‘Traditionis Custodes’, por el que Bergoglio restringía la misa tradicional





Después de varios meses desde que el Vaticano iniciara una investigación sobre su labor pastoral como obispo de Tyler, en Texas (Estados Unidos), el papa Francisco decidió este 11 de noviembre el “relevo” de Joseph Strickland. Un matiz muy importante, puesto que, a sus 64 años, aún le quedaba más de una década para tener que presentar la preceptiva renuncia por edad. Pero no, el prelado no será trasladado a otra diócesis: ha sido cesado de sus funciones episcopales. Seguirá siendo obispo, pero sin comunidad que pastorear.



Mientras su diócesis queda en manos del obispo de Austin, Joe Vásquez, que ejercerá de administrador apostólico, ha trascendido que el Pontífice le ofreció que renunciara voluntariamente en vez de tener que optar por una destitución. Fue dos días antes, el 9 de noviembre, a través del nuncio en Estados Unidos, Cristophe Pierre, pero el pastor se negó a ello.

El Papa incurre en la herejía

En los últimos años, Strickland se había convertido en la bandera, no ya del sector eclesial que se muestra crítico con el pontificado de Jorge Mario Bergoglio, sino del grupo que, directamente, tal y como él mismo escribió el pasado 13 de mayo en Twitter, considera que el sucesor de Pedro incurre en la herejía, pues tiene como “programa” del pontificado, ni más ni menos, que “socavar el depósito de la fe”. Consecuente con esta denuncia, por ejemplo, el obispo de Tyler se negó a aplicar en su diócesis el decreto Traditionis Custodes, por el que el Papa restringía la llamada misa tradicional, de espaldas a los fieles y en latín.

En su primera entrevista tras su cese, concedida a ‘Life Site News’, el medio estadounidense más crítico con el vigente pontificado, el pastor ha sacado pecho por boicotear esa orden papal: “No lo hice porque no puedo matar de hambre a parte de mi rebaño”. En este sentido, “volvería a hacerlo igual. Me siento muy en paz en el Señor y en la Verdad por la que Él murió”. En definitiva, se muestra orgulloso, encontrando la explicación última de su cese en el hecho de que “he amenazado a algunos de los poderes establecidos contra la verdad del Evangelio”.

Aclaración del cardenal DiNardo

Pero, más allá de la versión del obispo cesado, ha querido poner luz en lo ocurrido el cardenal Daniel DiNardo, metropolitano de la Provincia Eclesiástica a la que pertenece la Diócesis de Tyler. Así, este ha aclarado que, independientemente de las andanadas contra el Papa por parte del díscolo eclesiástico, por parte de la Santa Sede también han pesado las conclusiones de la visita apostólica que se hizo a su diócesis en junio para analizar su tarea episcopal. Concluida la investigación interna dos meses después, los dos responsables de la misma (dos obispos estadounidenses retirados, Dennis Sullivan y Gerald Kicanas) llegaron a la conclusión de que su “gobierno y liderazgo” incluían graves irregularidades que hacían evidente la decisión de un cese.

Pese a que el Vaticano no ha hecho públicos ninguno de esos motivos, ‘National Catholic Register’ ha señalado cómo han sido tenidas en cuenta “las inquietudes sobre la rotación de personal diocesano a gran escala, la contratación de una controvertida ex hermana religiosa como empleada de la escuela secundaria y el apoyo a una cuestionada organización católica”.

Condiciones psicológicas

‘Los Ángeles Press’ también recoge que el obispo “no estaba en condiciones de ánimo ni psicológicas para continuar al frente de la diócesis”. Todo ello sin olvidar esa negativa a aplicar un decreto papal de la importancia de Traditionis Custodes.

Quien no ha perdido la ocasión de volver a salir a la palestra es Carlo Maria Viganò, en su día nuncio en Estados Unidos y otro de los principales antagonistas de Francisco. Valorando el cese de Strickland, a su juicio es la expresión de “una forma cobarde de autoritarismo”.

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