Pese a que, en enero, el Vaticano informó oficialmente al Camino Sinodal Alemán de que este no tenía “autoridad” para crear un “consejo” que aterrizara de un modo concreto lo discernido por la Iglesia germana entre 2020 y 2023, sus responsables han ignorado toda prevención desde Roma y han creado su órgano previo, el Comité Sinodal.
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Este ha echado a andar oficialmente, el 11 de noviembre, con una asamblea constitutiva en Essen. Así, aunque su creación era considerada uno de los grandes frutos del proceso sinodal y fue aprobada por unanimidad en el último de los cinco encuentros en que se dividió este largo proceso asambleario, cuatro obispos han rechazado acudir a Essen en señal de protesta por una medida que consideran que es un desafío a la autoridad de Francisco. Los cuatro prelados son el cardenal de Colonia, Rainer Maria Woelki; y los titulares Eichstätt, Gregor Maria Hanke; Passau, Stefan Oster; y Ratisbona, Rudolf Voderholzer.
Junto a la Iglesia universal
Haciendo de portavoz de sus compañeros, Oster ha explicado que, tras el Sínodo de la Sinodalidad celebrado en Roma, en el que la Iglesia alemana ha estado representada al más alto nivel y ha podido exponer los frutos de su propia senda sinodal, este es un momento en el que corresponde “emprender un camino común con la Iglesia universal”, no siendo idóneo que convivan “dos caminos diferentes con dos ritmos diferentes”.
A juicio de estos obispos, la autoridad para concretarse cualquier cambio de calado, como ya informó en su advertencia formal el Vaticano a la Conferencia Episcopal, corresponde siempre al Papa. Y más cuando se pretende debatir y “votar” sobre cuestiones relativas exclusivamente al magisterio pontificio, como puedan ser el diaconado femenino, el celibato sacerdotal, la predicación de los laicos en las misas, las bendiciones a parejas homosexuales, una reelaboración de la propia moral sexual o un papel protagonista de los seglares de una diócesis en la elección de su obispo.
Estatutos y nuevas reglas
Con todo, pese a la ausencia de los cuatro pastores, el Comité Sinodal se ha constituido formalmente, adoptando sus estatutos y nuevas reglas de funcionamiento. De hecho, en las mismas se enfatiza que “los laicos tienen voz y voto permanente y en igualdad con los obispos”. De este modo, todo lo que se apruebe lo será con una mayoría global simple de dos tercios. Teniendo en cuenta que el organismo está compuesto por 27 obispos, 27 delegados laicos del Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK) y otras 20 personas elegidas en el Camino Sinodal (sin concretarse si son consagrados o seglares) para estar presentes en el proceso de toma de decisiones, los prelados ya no tendrán una posición preponderante ante cada medida adoptada.
Un cambio más que significativo con lo que ocurría desde el inicio del Camino Sinodal, cuando bastaba con que no hubiera una mayoría de dos tercios entre el grupo de los obispos para que una medida no saliera adelante.
“Daños imprevisibles”
Más allá de en qué se concreten las reformas, la presidenta del ZdK, Irme Stetter-Karp, ha sido muy crítica con los cuatro obispos que han rechazado participar en esa nueva fase del proceso, considerando que causan “daños imprevisibles” a la comunión entre los católicos germanos.
Si nada cambia, este Comité Sinodal será el encargado de “garantizar” que todas las resoluciones aprobadas “se promulguen en las diócesis alemanas”. El proceso culminaría en 2026 con la constitución de un Consejo Sinodal que actuaría a modo de “organismo permanente” para ejercer como “asesor” en un plan pastoral de carácter “nacional” y que, “compuesto por obispos y laicos”, tendría una autoridad “supradiocesana”. Este punto, en el que el obispo no es el máximo responsable de la comunidad diocesana que le ha encomendado el Papa, es otro de los puntos que rechaza tajantemente la Santa Sede.
Satisfacción de Bätzing
Ahora habrá que esperar para conocer cuál es la respuesta de Roma al comprobar que, pese a su notificación oficial y a la oposición de varios obispos locales, el Comité Sinodal sigue adelante según lo previsto. Algo que no parece preocupar al presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing, que, en la inauguración, celebró que “el Comité Sinodal ha cobrado impulso. Estoy agradecido de que ahora hayamos entrado en una nueva fase”. A su juicio, “lo que experimentamos en Roma y ahora también en Essen” es la expresión de “una Iglesia en movimiento”.