El arzobispo de Perth ha relatado su experiencia en el Sínodo de la Sinodalidad
Timothy Costelloe, arzobispo de Perth (Australia) forma parte del Comité de Preparación del Sínodo de la Sinodalidad. Hablando de un camino que debe llegar hasta octubre de 2024, el también presidente de la conferencia episcopal católica australiana ha admitido, en una entrevista con America Magazine, que si bien durante la asamblea del pasado mes “hubo diferencias de opinión y la gente habló fuertemente desde diferentes puntos de vista”, lo cierto es que “no hubo polarización”.
“Hubo momentos de tensión, pero no realmente significativos en términos de la experiencia general. Creo que esta es la genialidad de las conversaciones en la metodología del Espíritu, porque se basa en la premisa de que tenemos un profundo respeto mutuo, estamos preparados para escucharnos profundamente, incluso cuando escuchamos cosas que podríamos No estoy de acuerdo, porque todavía puede haber algo allí que el Espíritu Santo quiera decirnos”, ha explicado el prelado.
En cuanto a la cuestión, partiendo de esta asamblea eclesial, de si este “podría ser el último sínodo de obispos”, Costelloe ha señalado que cree que “es muy posible que después de la segunda asamblea en octubre de 2024, toda esta experiencia sea evaluada y discernida, y decidiremos si este es el camino correcto a seguir en el futuro o si es necesario realizar cambios importantes”.
Asimismo, y ahondando en el papel de la mujer en la Iglesia, el arzobispo de Perth ha asegurado que el Sínodo ha “pedido más estudios, una mayor comprensión”. “Hubo un sentimiento bastante fuerte de que es necesario revisar el trabajo que ya han realizado las dos comisiones creadas por el papa Francisco”. Para él es “una pregunta abierta”. “Hay interpretaciones contradictorias sobre cuál era exactamente la realidad de este ministerio diaconal en la iglesia primitiva”, ha subrayado. “También está la idea de que podríamos desarrollar algo nuevo en la iglesia, un ministerio de servicio instituido, un ministerio diaconal”.
En este sentido, y ya ahondando acerca del “modelo piramidal de la iglesia, donde el Papa está en la cima, luego vienen los cardenales, los obispos, etc., con los laicos en la base”, ha considerado que “nos e trata de la inversión de la pirámide en el Sínodo; más bien experimentamos un modelo completamente diferente de la Iglesia, como una comunidad de personas que tiene dentro de sí, a su servicio, el ministerio de los ordenados”.
“Es un modelo diferente”, ha insistido. “Entonces, más que niveles de autoridad, es la presencia de un cuerpo de personas que están llamadas a estar al servicio genuino y humilde de todo el pueblo de Dios mientras tratamos de ser lo que Dios quiere que seamos”.