Al conocerse en la mañana de este 15 de noviembre una declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe en la que se zanja que “la pertenencia activa a la masonería por parte de un fiel está prohibida, debido a la irreconciliabilidad entre la doctrina católica y la masonería”, el dicasterio presidido por el cardenal Víctor Manuel Fernández ha recordado que tal posición se mantiene imperturbable desde noviembre de 1983.
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Entonces, esa otra declaración firmada por el entonces prefecto de Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, “se publicó en vísperas de la entrada en vigor del nuevo Código de Derecho Canónico. El Código sustituía al de 1917 y, entre las novedades señaladas (por algunos con satisfacción, por otros con preocupación), estaba la ausencia de la condena explícita de la masonería y de la excomunión para sus afiliados, presente en el antiguo texto”.
Una sorpresa en forma de carta
Desde entonces, la última novedad en este sentido se dio en 2016, cuando causó una gran sorpresa la carta del cardenal Gianfranco Ravasi, entonces presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, dirigida a la masonería, a la que invitaba a afrontar “un diálogo sincero con la Iglesia”.
En nuestro país, recogió el guante la Gran Logia de España, que, a través de otra misiva pública, agradecía la “enorme valentía” del purpurado y elogiaba su deseo de visibilizar “los valores comunes de ambas instituciones”. Entre ellos, se citaban “el sentido comunitario, la beneficencia, la lucha contra el materialismo o la defensa de la dignidad humana”. Lo que, a su juicio, “encierra el reconocimiento implícito de la bondad de nuestros principios”. Eso sí, siempre partiendo en la base de una diferencia de raíz: “La Iglesia católica es una religión; la masonería, una escuela iniciática de virtud y sabiduría sin revelación alguna”.
Una nueva etapa
En conversación con Vida Nueva, representantes de la Gran Logia Española profundizaron algo más sobre cómo veían esta posible nueva etapa entre la Iglesia y la masonería, dos instituciones que, históricamente, han vivido muchos desencuentros entre sí: “No esperamos nada y estamos abiertos a todo. Para la masonería no existe un problema de relaciones con la Iglesia. Ravasi publicó una carta proponiendo un diálogo y nuestra respuesta ha sido ‘díganos dónde y cuándo’”.
Así, “lo más valioso de lo ocurrido hasta ahora es el reconocimiento de valores compartidos entre Iglesia y masonería como marco de ese diálogo. Pase lo que pase con este proceso, hay algo que ya ha pasado y que fue el valiente regalo inicial del cardenal”.
Valores comunes
De hecho, auguraron entonces el campo abierto para un encuentro más amplio: “Los hombres que alcanzan la calidad de maestro masón suelen ser personas con un sentido profundo de la ciudadanía, la beneficencia, la espiritualidad y la defensa de la dignidad humana. Y, ciertamente, el mundo hoy no se rige por esos valores. Ahí vamos a estar muy de acuerdo”.
Desde su surgimiento en los años de la Ilustración hasta hoy, muchos perciben a la masonería con recelo, tachándosela de colectivo secreto, oscurantista e instrumento al servicio de una élite de poder. Desde la Gran Logia Española justificaban ese perfil discreto: “La masonería se parece a esa persona sentada en la mesa que contesta solo cuando le preguntan después de escuchar atentamente. No intenta acaparar la conversación ni conseguir el protagonismo. Eso es porque una de las esencias de la masonería es que no hace proselitismo, más allá de mostrarte dónde está la puerta. No tenemos marketing para atraer, aunque sí comunicación para ser encontrados. En ese marco, es verdad que, de un tiempo a esta parte, estamos dedicando esfuerzos a transmitir una imagen fiel de qué es y qué no es la masonería”.
¿Experiencias incompatibles?
Pero, ¿es posible ser católico y masón? “La esencia de la masonería –recalcaban desde la Gran Logia Española– es la reunión de seres humanos de diferentes lenguas, culturas, religiones, nacionalidades, razas y convicciones políticas que coinciden en una cosa: el deseo común de perfeccionarse, de descubrir el ideal de sí mismos y tratar de alcanzarlo. Es así de simple. Cada uno de esos hombres esforzados es libre en su búsqueda de buena voluntad, igual en dignidad al resto y fraterno con todos. Y cientos de miles de ellos son católicos. Para todos ellos, el mensaje de la masonería es ‘vive, estudia y practica tu religión’”.
¿Y, en España, cuántos masones serían católicos? “Cuando le preguntas a los masones españoles cómo se definirían en términos espirituales, el 14% dice ‘católico romano’. En realidad, son más, ya que hay un importantísimo 34% adicional que contesta ‘cristiano’, poniendo en valor su religión por encima de la confesión a la que pertenecen”. Por tanto, según la Gran Logia Española, casi la mitad de los masones españoles son católicos…
El cambio nace en Italia
Con el fin de completar nuestra visión, Vida Nueva consultó entonces a Vicente Jara, laico dominico y especialista en sectas y grupos esotéricos (también en masonería). Tampoco él sabía la razón de las afirmaciones del cardenal Ravasi: “Es muy difícil saberlo. Lo que es evidente es que algo importante se está moviendo desde hace tiempo en Italia. Una unificación de logias es algo de lo que allí se está hablando”.
El caso de España, para Jara la situación ha sido especialmente conflictiva para los masones: “Desde hace años también se realizó una gran unificación, al disolverse el Gran Oriente Español bajo la Gran Logia Española cuando se supo que su gran maestro era, en realidad, un espía de Franco para controlar el organismo. Pero no sabemos qué puede estar pasando en Italia y mucho menos la razón de la carta del cardenal, en todo caso nefasta”.
Confusión y manipulación
Sobre el número de masones españoles, Jara, consultando los datos entonces recabados por el sacerdote Manuel Guerra, afirmaba que “están en aumento, pero no podemos fiarnos de los números que ellos ofrecen”. En todo caso, Jara veía incompatible ser católico y masón: “Desde el inicio de la masonería, hace más de 200 años, la Iglesia siempre ha mantenido un juicio: no se pueden compaginar ambas condiciones”.
“Sobre el tema del diálogo o la supuesta cercanía de valores comunes –continuaba Jara–, hay que decir que esta confusión es la que quieren y buscan los masones. Por eso muestran siempre ganas de colaborar y establecer puentes con la Iglesia, pero es una ceremonia de confusión y manipulación; de ahí los aplausos de las logias a Ravasi”.
Un Dios no encarnado
Además, el laico dominico reiteraba que “la Iglesia siempre les ha parado los pies, aunque algunos cristianos anden despistados. No olvidemos que surgieron de un pastor presbiteriano, James Anderson, y estos son la llamada rama regular (qué decir de las irregulares, o las esotéricas) y acentuaron un vago deísmo. El suyo es un Dios no encarnado, un Arquitecto deísta y mero símbolo. Los católicos de buena voluntad que hay en las logias lo son por desconocimiento, tanto de lo que en realidad es la masonería como el cristianismo”.
“No es solo –remachaba Jara– que sus principios vayan en contra de los dogmas de la Iglesia; la masonería es un auto-ensalzamiento del ser humano en cuanto hombre, sin creer en la gracia divina. Es querer ser Dios por puro esfuerzo humano, y esto no es sino posicionarse totalmente en contra del esencial mensaje de Jesús”.