El 31 de octubre fue de triple nombramiento episcopal. Arturo Ros era elegido obispo de Santander. Por su parte, el capellán del santuario de San Miguel de Aralar, Mikel Garciandia (Echarri-Aranaz, 1964), era nombrado obispo de Palencia, sucediendo al agustino Manuel Herrero, quien presentó su renuncia por edad en enero de 2022. Y Julián Ruiz Martorell (Cuenca, 1957), obispo de Sigüenza-Guadalajara. El hasta ahora titular de Huesca y Jaca sustituye a Atilano Rodríguez, que renunció al haber cumplido los 75 años en octubre de 2021. El próximo 23 de diciembre tomará posesión, pero antes conversa con Vida Nueva.
PREGUNTA.- ¿Qué recordarán de su pastor los diocesanos?
RESPUESTA.- Espero que puedan recordar que he sido un humilde testigo del Evangelio y un humilde servidor de la Iglesia, nada más. La misión de un pastor es que las personas tengan un encuentro con Jesucristo, que se sientan miembros de la familia de la Iglesia. Nuestro objetivo no es dejar una huella personal, sino acercar al encuentro con Jesucristo que es, en definitiva, el que nos da la vida y el que nos asegura una esperanza para seguir caminando juntos en este proceso sinodal.
Sinodalidad
P.- Ahora que habla de este camino sinodal, ¿qué espera de este momento eclesial?
R.- Es un momento apasionante. Un servidor ha vivido tanto en Huesca como en Jaca la dimensión sinodal, que es una invitación que nos ha hecho el Papa para caminar juntos, para escuchar al Espíritu y para realizar una tarea de discernimiento que no acaba, porque toca una segunda sesión de esta Asamblea del Sínodo de la Sinodalidad en octubre de 2024. La meta es que descubramos esa sintonía de corazones que nos abre a oír la voluntad de Dios, a escucharnos unos a otros en actitud de diálogo y a la escucha del Espíritu.
P.- ¿Qué le gustaría hacer realidad en Sigüenza-Guadalajara?
R.- Tengo que estar receptivo y me situaré en actitud de escucha, para conocer a las personas y sus inquietudes. Ahora me toca vivir en la carretera, asistir y participar en las celebraciones en los pueblos… No quiero llevar un programa propio, porque el programa es Jesucristo. Deseo que, desde Jesucristo y en Jesucristo, todos tengamos vida. El Papa, en la exhortación postinodal ‘Christus vivit’, nos dice que Cristo vive y nos quiere vivos. Queremos ser testigos, discípulos misioneros y recibir la vida que nos concede el Señor para difundir este impulso que nos abre a una esperanza nueva.