“¡No olvidemos que nuestro tiempo también tiene muchos mártires!”, ha dicho el Pontífice al recibir hoy en audiencia a los participantes de un encuentro promovido por el Dicasterio para las Causas de los Santos
Asia Bibi, mártir en vida. El papa Francisco ha recibido esta mañana en audiencia en el Palacio Apostólico del Vaticano a los participantes del encuentro ‘Dimensión comunitaria de la santidad’, promovido por el Dicasterio para las Causas de los Santos y que se desarrolla en el Augustinianum de Roma desde el 13 de noviembre. Ante ellos ha ‘declarado’ mártir, pese a no haber fallecido, a la cristiana pakistaní que estuvo nueve años en una prisión acusada de un delito de blasfemia.
Durante su alocución, adentrándose en la vocación universal a la santidad, ha destacado tres aspectos: la santidad que une, la santidad familiar y la santidad martirial. En esta última ha hecho una breve ‘hagiografía’ de Bibi.
“No hay época que no haya tenido sus mártires, hasta el día de hoy. Y pensamos que estos mártires son cosas que no existen. Pero pensemos en un caso de vida cristiana vivida en continuo martirio: el caso de Asia Bibi, que estuvo en prisión muchos años, y su hija le llevó la Eucaristía. Muchos años hasta que los jueces dijeron que era inocente. ¡Casi nueve años de testimonio cristiano! Es una mujer que sigue viviendo y hay muchos, muchos como ella, que dan testimonio de fe y de caridad. ¡No olvidemos que nuestro tiempo también tiene muchos mártires!“, ha resaltado el Pontífice.
Después, sobre la santidad que une, ha recordado que “la vocación a la que todos estamos llamados se realiza ante todo en la caridad, don del Espíritu Santo que une en Cristo y a nuestros hermanos. Por tanto, es un acontecimiento no solo personal, sino también comunitario”.
Así, en relación a la santidad familiar, se ha detenido, tras dar varios ejemplos, “en la santidad de los cónyuges, así como la santidad particular de dos personas distintas, que es también santidad común en la conyugalidad, por tanto, multiplicación -y no simple suma- del don personal de cada uno, que se comunica”.
Francisco se ha despedido de los participantes del encuentro animándolos a continuar su misión, que “hace tanto bien a las personas”.