¿Cuáles son las tres lecciones que la mujer contemplativa puede dar a la Iglesia? El silencio, la mística y la misión. Así lo ha señalado el papa Francisco al recibir esta mañana en audiencia en el Palacio Apostólico del Vaticano a los participantes en el Congreso sobre la venerable María de Jesús de Ágreda, un evento que se celebra en el marco de la cátedra de santa Beatriz de Silva, la fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción -concepcionistas-, instituida por la Pontificia Academia Mariana Internacional.
- PODCAST: Reparar el daño y abrirse al cambio
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
La primera lección: el silencio
Como ha señalado Francisco, “el silencio es la actitud de escucha, para acoger en el corazón la voz del Amado, Palabra eterna del Padre, y es una actitud de todos, pero especialmente femenina. La mujer sabe escuchar y tiene una especial vocación a la escucha. Sorprende como, incluso sin una formación específica, algunas hermanas alcanzaron un notable conocimiento de la Escritura y, en la escuela de la oración, han bebido de ella como de una fuente viva”.
La segunda lección: la mística
“La mística es un trato con Dios que nace de esa actitud de escucha, de esa lectura encarnada de la Sagrada Escritura. Se trata de hacer espacio a Dios, para que, dóciles al Espíritu Santo, el aposentador del Rey, podamos recibirlo en nuestra casa. En este sentido, los contemplativos nos enseñan, a través de un camino de ascesis, abandono y fidelidad, el gozo de vivir solo para Él”, ha indicado.
La tercera lección: la misión
Según ha recordado Jorge Mario Bergoglio con respecto a la misión, “Madre Ágreda y las religiosas concepcionistas, que fueron las primeras claustrales en llegar a América –no sé si vinieron con Cristóbal Colón, pero por allí más o menos–, nos dan prueba de este espíritu misionero de la vida contemplativa, que más tarde pondrá de relieve santa Teresa del Niño Jesús. No es casual que otra gran mística, santa Rosa de Lima, sea la primera santa del continente”.
Francisco ha concluido recalcando que “es comprensible que la Madre Ágreda sintiera el llamado del Señor de rezar por aquellas almas que aún no lo conocían, y que esta oración fuese fecunda en el alma de aquellos que, al decir de los misioneros, se encontraron bien dispuestos a recibir el bautismo”. “Normalmente no somos conscientes de la fuerza de la oración de intercesión en nuestras vidas, como se dice que los indios lo fueron de la intervención de la Madre Ágreda”, ha rematado.