En su mensaje a los obispos mexicanos, reunidos en la CXV Asamblea Plenaria, el arzobispo Rogelio Cabrera López, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), hizo un llamado a trabajar en clave de sinodalidad para enfrentar los retos que tiene la Iglesia y el propio país.
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Tras señalar que aparecen en el horizonte de mediano y largo plazo algunas fechas significativas como el Jubileo de la Encarnación en 2025, los 500 años de las apariciones marianas 2031 y de la redención en 2033, el arzobispo de Monterrey pidió no olvidar el compromiso que tiene la Iglesia ante el año electoral en el corto plazo, “cuyo desenlace será clave en la reconstrucción del tejido social y eclesial de nuestro país en el futuro inmediato”, consideró.
En este sentido, recordó al episcopado nacional la necesidad de respetar las leyes electorales, y de transmitir esta necesidad a los presbiterios. “Invitemos a nuestros fieles a participar, de manera muy responsable. Votar no es la única cara de la democracia, pero es fundamental para construirla y consolidarla”, dijo.
La sinodalidad política
Al referirse al espíritu de sinodalidad que el papa Francisco quiere contagiar en toda la Iglesia, el arzobispo Cabrera exhortó a los obispos del país a promover la versión secular de ésta, como vía de paz, a fin de que los laicos la asuman como propia, “que la transmitamos a candidatos, candidatas y partidos”, porque la “sinodalidad no es sólo tarea eclesial, sino desafío para toda la sociedad“.
El arzobispo se refirió a ello como sinodalidad política, y explicó sus tres vertientes: la sinfonía, la simpatía y la sinergia políticas.
Explicó que la sinfonía política debe llevar a escuchar todas las opiniones, no solo aquellas de las personas que piensan igual y que tienen los mismos intereses. “Además, reconoce la verdad que hay en otras posiciones ideológicas y busca enriquecerse con ellas para pensar juntos”.
Continuó: “En segundo lugar, la simpatía política no se entiende como el natural impulso que tenemos de reunirnos con las personas que nos caen bien, o cuyo trato nos resulta agradable. Ella se caracteriza, más bien, por la solidaridad, la sensibilidad, en especial hacia quien sufre, y la amabilidad para sentir juntos”.
Por último -explicó- está la sinergia política, que se entiende como el conjunto de acciones que permiten impactar en el bien común. “Los gobernantes no pueden trabajar solamente con quienes son sus simpatizantes o en beneficio de paisanos y militantes del mismo partido”.
La Iglesia no puede estar encerrada en sus fronteras
El arzobispo Cabrera consideró que la sinodalidad política llevará a los mexicanos a tratar de pensar, de sentir y de trabajar juntos, enriqueciéndose con sus diferencias.
Más aún -concluyó- cualquier política que quiera ser sinodal deberá estar muy atenta a esas diferencias, favoreciendo contrapesos y no bloqueándolos, incluyendo y no excluyendo, y estando atentos a la ‘glocalidad’, es decir, a pensar globalmente actuando localmente. “No podemos encerrarnos en nuestras fronteras ni solo en nuestras certezas. Debemos abrirnos a otros planteamientos para enriquecer los nuestros”.