En el marco de su CXV Asamblea Plenaria, que celebran los obispos de México del 13 al 17 de noviembre, se dio a conocer el tradicional mensaje al Pueblo de Dios, en el que los pastores expresan sus principales preocupaciones.
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Acapulco, el corazón de los obispos
Los obispos mexicanos -quienes este viernes concluyen su asamblea de otoño- expresaron su preocupación por los hermanos y hermanas del estado de Guerrero que están sufriendo las consecuencias del huracán Otis que azotó principalmente dos municipios: Acapulco y Coyuca de Benítez.
“Este acontecimiento hace patente nuestra vulnerabilidad. No podemos medir el sufrimiento de tantas personas que perdieron algún ser querido, su casa, su trabajo… y sobre todo, los que enfrentarán un período largo de reconstrucción“.
Por ello, manifestaron su cercanía con los damnificados y agradecieron la ayuda solidaria de las Iglesias locales de México, que seguirán haciendo llegar donaciones. “Exhortamos a todos a continuar colaborando para esta causa”.
Hicieron un llamado a ver en el huracán Otis un “signo de los tiempos”, como “un reclamo de la naturaleza que sigue sufriendo inestabilidad y cambios drásticos en el orden creado, por el descuido y la indolencia de quienes habitamos la casa común. La naturaleza no nos pertenece, somos parte de ella, creación de Dios”.
El papa Francisco, en su reciente exhortación Laudate Deum, “nos ha recordado las causas humanas de la crisis climática global y que ‘por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes’. Además, son los más pobres los que siguen pagando las consecuencias“.
Por ello, invitamos a todos a asumir la responsabilidad del cuidado de la naturaleza, “cada quien, desde su ámbito de influencia, para lograr compromisos y respuestas globales más eficaces”.
Una preocupación permanente: la inseguridad
Otra de estas preocupaciones, que ha sido una constante en los mensajes de los obispos de sus últimas asambleas, es el crecimiento exponencial de la inseguridad y la violencia en muchas partes país.
Una vez más, los obispos recordaron que no se trata solo de estadísticas, “sino de rostros y corazones de personas concretas que sufren las consecuencias de la violencia extrema, de la impunidad, de la desaparición de sus seres queridos, del cobro de piso, de la migración forzada y de las estrategias de seguridad fallidas”.
En este contexto, se refirieron a la Agenda Nacional por la Paz, una iniciativa de la Iglesia católica para seguir “buscando caminos operativos para construir una cultura de la paz”, y lanzaron una nueva invitación a todos los sectores sociales a participar en las propuestas, “de manera que nos lleven a la reconciliación y a la pacificación tan anheladas”.
Finalmente, llamaron al Pueblo de Dios a abrir mente y corazón a la esperanza y a confiar más en el Señor: “Miremos a Jesús y volvamos a escuchar su Palabra. Y mientras seguimos caminando hacia la celebración de los quinientos años de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe en el 2031, y en el año 2033, de los dos mil años de la redención, hagámoslo con la convicción que Dios guía a su Iglesia y que también confía en nosotros”.