“El derecho a la salud forma parte del patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia como un derecho del individuo, es decir, de todos -sin excepción-, especialmente de los más débiles, porque la salud es un bien común”. Así lo ha expresado hoy el papa Francisco al recibir en audiencia a miembros de la Federación Italiana de Pediatras y de la Asociación de Otorrinolaringólogos Hospitalarios Italianos.
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Y ha continuado: “La sanidad pública italiana se basa en los principios de universalidad, equidad y solidaridad que, sin embargo, hoy corren el riesgo de no aplicarse”.
Por eso, les ha rogado, “por favor”, que “preserven este sistema, que es un sistema popular, en el sentido de servicio al pueblo. No caigan en la idea, quizás demasiado eficiente -algunos dicen ‘moderna’- de solo medicina de pago. ¡No! Este sistema hay que cuidarlo, hay que hacerlo crecer, porque es un sistema de servicio al pueblo”.
Las “columnas vertebrales” de un país
Pero la cerrada defensa del Pontífice, extrapolable a cualquier país vecino, no se ha quedado aquí. Recordando la dedicación de miles de sanitarios durante la pandemia, se ha referido a ellos como “columnas vertebrales” del país.
Tres años después, lamenta que “la situación sanitaria en Italia atraviesa una nueva fase crítica que parece volverse estructural. Hay una escasez constante de personal, lo que genera cargas de trabajo inmanejables”.
Esta continua crisis económica “afecta la calidad de vida de pacientes y médicos”. De hecho, se ha referido a los propios sanitarios como “víctimas del sistema”: “Son necesarias intervenciones que dignifiquen vuestro trabajo y favorezcan las mejores condiciones para que se realice de la manera más eficaz”.
Así, se ha preguntado, “¿cuántos diagnósticos precoces no se realizan? ¿Cuántas personas abandonan el tratamiento? ¿Cuántos médicos y enfermeras, desanimados y cansados, abandonan o prefieren ir a trabajar al extranjero?”.