Este bávaro de 47 años ha pasado de asesorar a cuatro presidentes a ordenarse como sacerdote dentro de la Orden de Predicadores
Lucas Leonhard Wieshuber es un dominico de 47 años originario de Baviera con formación sanitaria y teológica. Antes de unirse a la Orden de Predicadores en 2018 trabajó en la Oficina del Presidente Federal en Berlín precisamente en el área de relación con las distintas comunidades religiosas. El hermano Lucas Wieshuber ha cambiado los despachos del jefe de estado por las aulas de Viena donde prepara su doctorado o la experiencia que está viviendo en estas semanas en India y Tailandia con los dominicos del lugar.
Aunque Lucas Leonhard Wieshuber tenía inquietudes de ser sacerdote estudió enfermería además de teología y comenzó a trabajar en el Bundestag de Berlín. Una crisis existencial finalmente le devolvería al camino de ser sacerdote, esta vez como dominico. En una entrevista con el portal katholisch.de, cuenta su primera etapa en el seminario –ambiente que le “resultaba opresivo”, según confiesa– o como misionero rural antes de decantarse a ser enfermero en un hospital de Ratisbona “Me gustaba esta profesión. Pero no podía dejar la teología”, señala para expresar su impulso interior pero la muerte de su padre le descolocó.
“Abandoné todos mis planes y me quedé en casa con mi hermana y mi madre. En aquel momento, no sabía cuál sería mi futuro profesional. Entonces acepté un puesto de asesor adjunto para iglesias y comunidades religiosas en uno de los grupos parlamentarios del Bundestag alemán en Berlín”, relata. De ahí pasaría a la Oficina del Presidente Federal junto a Horst Köhler, un cargo que mantendría con cuatro presidentes diferentes siendo el “responsable principalmente de las áreas de iglesias y comunidades religiosas e ideológicas, así como del diálogo intercultural e interreligioso”, cargo al que se le vivió momentos significativos como la visita del papa Benedicto XVI a Alemania en 2011. Pero, entonces, “tenía un bonito piso, un buen trabajo, una relación de pareja duradera y, sin embargo, en ese mismo momento me vi sumido en una crisis vital”.
Un retiro en suiza y el acompañamiento del jesuita Franz Jálics le ayudaron a volver a oír la llamada de Dios en su vida. “Siete años más tarde, ingresé en la Orden Dominicana”, señala describiendo su búsqueda de la contemplación. “Me sentí como en casa, se convirtió en mi hogar espiritual”, añade. Ahora difunde su experiencia de que la oración “es el amor sanador e incondicional de Dios que nos rodea en todo momento y al que sólo tenemos que abrirnos. Me alegro de haber podido experimentarlo”.