Ha comenzado este 24 de noviembre el IV Congreso de la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR) con la participación de más de 3.500 consagrados en modalidad híbrida: 500 presenciales y 3000 en línea, bajo el lema “vida religiosa, artesana del cuidado”.
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Una oportunidad para tejer acciones y discernir los caminos de evangelización a partir de siete “C”: cuidado, creación, compasión, comunidad, contemplación, comunicación y celebración.
Gloria Liliana Franco, presidente de la CLAR, ha destacado que el arte del cuidado requiere empatía para “reconocer que el otro existe y su vida es importante”.
“La frontera en la que es posible disponerse al cuidado, es esa en la que terminan las actitudes egocéntricas, la autorreferencialidad y el mezquino individualismo”, apostilló.
Cercanía del norte
También han participado delegados de las conferencias de religiosos de EEUU y Canadá, quienes han expresado su cercanía a los participantes latinoamericanos.
Es el caso de Carol Zinn, secretaria Ejecutiva de la LCWR (Leadership Conference of Women Religious de EEUU) que se sintió “en comunión y unidad con ustedes y eso nos hace muy felices de corazón”.
Al igual que Francisco ha resaltado vivir desde la alegría del Evangelio, porque “donde hay religiosos debe haber alegría”.
Por su parte, Alain Ambeaut, secretario ejecutivo de la Conferencia de Religiosos de Canadá, expresó que en su región se encuentran en un momento de “desierto vocacional”. Por lo que “es un tiempo de transición y es el Espíritu Santo que actúa para generar otros modelos de vida consagrada y que se adaptarán al mundo de hoy”.
Cuidado, creación y compasión
Los paneles del congreso se han centrado en tres de las siete C: cuidado, creación y compasión. El fraile argentino Michael Moore abordó el cuidado con la presentación “Del Dios que nos cuida, a la vocación de cuidar”. Es un franciscano y filósofo, con un doctorado en teología por la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma).
Comentó que la vocación parte del cuidado de la casa común (creación), del que sufre (compasión), la dimensión relacional (comunidad), el don recibido (contemplación), la escucha, el diálogo y la ternura (comunicación), el gozo y la presencia (celebración).
También explicó que “Dios cuida en la creación, la historia y la consumación, crea como un artesano y ve que todo es bueno para sostener con su presencia discreta”, de tal forma “atrae todo hacia sí reservándose la última palabra que es la consumación de todo en el amor de Dios”.
La C de creación fue de Mauricio López, laico mexicano, radicado en Ecuador, en cuyo bagaje cuentan la secretaría de la Red Eclesial Panamazónica (Repam) y el sínodo panamazónico.
Actualmente forma parte de la presidencia de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama). Aseguró que “en medio de un mundo actual en el que en buena medida se ha perdido la conexión con el sentido de misterio, la experiencia fratricida sigue marcando muchas de nuestras relaciones”.
Por ello, “es imprescindible abrazar esta promesa” de la esperanza del cuidado de la creación –o esperanza biocéntrica de Dios – de cuidar la vida en todas sus formas. Sobre todo despejar los temores de “aquellos que se cierran en sí mismos y quienes ven amenazas en todos los cambios necesarios para recuperar el inaplazable equilibrio en nuestra vida y en la relación con nuestra hermana madre tierra”.
María Dolores Palencia, religiosa mexicana y vinculada con la atención de migrantes, habló de la compasión: “Tengan pues los sentimientos que corresponden a quienes están unidos en Cristo Jesús”.
Con esa expresión resume la entrega a la cual los religiosos están llamados. “Son los pobres, los sencillos, los excluidos quienes nos enseñan la compasión y la misericordia. Ellos confrontan mi vida, rompen mis esquemas y abren mi corazón a la gratuidad”, acotó.
Foto: CLAR