En vísperas de la apertura de la COP28, que Dubái albergará del 30 de noviembre al 12 de diciembre y que contará con la presencia de Francisco, el primer papa que acude a una cumbre climática de la ONU, varias entidades de Iglesia están haciendo públicas sus propuestas. Ha sido el caso, por ejemplo, de Enlázate por la Justicia, red conformada por algunas de las principales entidades sociales católicas de la Iglesia en España, como Cáritas, CEDIS, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES, que ha difundido hoy un comunicado en el que ha señalado que “el cuidado integral, del planeta, de los demás y de nosotros mismos, pasa necesariamente por contar con un mundo habitable y un medio ambiente sano, que nos permita construir relaciones de justicia y solidaridad entre los pueblos, y cuidar por igual de la dignidad de todos los seres humanos”.
A nivel global, otras entidades católicas de carácter internacional preparan un informe conjunto de políticas para la Cumbre del Clima. Como explican estas entidades eclesiales en su documento de trabajo, urgen acuerdos concretos y que sean evaluados periódicamente. Y es que, “desde la COP21 de París, en 2015, los gobiernos acordaron limitar el calentamiento global muy por debajo de 2°C, con un mejor objetivo de 1,5 °C, para proteger la Tierra”. Sin embargo, “el último Informe del IPCC afirma que es necesaria una reducción del 43% de las emisiones de CO2 para 2030 y del 84% para 2050 (sobre la base de las emisiones de 2019) para alcanzar el objetivo de 1,5°C”.
Por tanto, “la ciencia ha hablado claro: para cumplir con nuestra responsabilidad de cuidar nuestra casa común, debemos eliminar progresivamente la producción de combustibles fósiles y acelerar una transición energética justa hacia las energías renovables”.
En este sentido, se necesita “un enfoque global de la mitigación y la adaptación al cambio climático, que garantice que las decisiones que se tomen en la COP28 resuenen con la responsabilidad colectiva de cuidar nuestra casa común y tener en cuenta a las generaciones futuras”.
De este modo, “Dubái supone un punto de inflexión decisivo con la conclusión del Balance Mundial, que evalúa exhaustivamente los avances de los países en sus compromisos climáticos. El Informe de Síntesis del Inventario Mundial, publicado recientemente, afirma que el mundo está completamente lejos de alcanzar los objetivos del Acuerdo de París de 2015, y que los actuales esfuerzos de adaptación y mitigación carecen de financiación suficiente”.
Este instrumento de trabajo pide que se reduzcan las ‘brechas de emisiones’ a través de nuevas políticas internacionales vinculantes que logren la eliminación progresiva de todos los combustibles fósiles”. Igualmente, se deben “cerrar las ‘brechas de implementación’ mediante la debida financiación climática para la adaptación, las pérdidas y los daños, en el marco de una nueva infraestructura de financiación”.
Acudiendo a ‘Laudate Deum’, la reciente exhortación del papa Francisco, se destaca cómo “su mensaje subraya la responsabilidad ética de los líderes de priorizar el bienestar a largo plazo sobre las ganancias inmediatas, haciendo hincapié en la necesidad apremiante de abordar problemas mundiales como la degradación del medio ambiente y la injusticia social”.
Ante la COP28, “las palabras del papa Francisco sirven de poderoso recordatorio, instando a los líderes a actuar con decisión, colaborar internacionalmente y priorizar el bienestar de las generaciones actuales y futuras”.
Y es que Bergoglio “hace un llamado urgente a ir más allá del encubrimiento de la preocupación y reunir el coraje necesario para realizar cambios sustanciales. Las advertencias científicas son nefastas: estamos peligrosamente cerca de sobrepasar el límite de 1,5°C, afrontando un riesgo inminente de alcanzar los 3°C y de cruzar un punto de no retorno. No podemos permitirnos retrasarlo”.