Ni abusos sexuales ni amnistía. La cumbre del papa Francisco con los obispos españoles celebrada esta mañana en Roma para abordar la realidad de los seminarios no ha tenido más orden del día que la formación de los futuros sacerdotes. No se ha mencionado en ningún momento ni la crisis de la pederastia eclesial, pero tampoco las relaciones con el Gobierno de Pedro Sánchez a raíz del convulso contexto sociopolítico. Así lo han confirmado a Vida Nueva varios obispos españoles consultados tras la cita con Francisco, que confirman que se habría centrado únicamente en la realidad de los centros formativos a raíz de la auditoría que realizaron dos obispos uruguayos a comienzos de año a petición del propio Pontífice. Ni más ni menos. Los seminarios no fueron ni excusa ni tapadera.
De la misma manera, estos pastores presentes en el aula sinodal del Vaticano valoran el “buen ambiente” creado desde el minuto cero de la cita, sin exabruptos ni confrontaciones. Esto no significa que en el transcurso de la reunión no se hayan dado avisos a navegantes –que los ha habido–, pero la estrategia curial habría sido otra. Hablar en vaticanés para evitar un choque directo o trasladar la sensación de que se enmienda la plana a las mitras y báculos de nuestro país. O lo que es lo mismo, con que el Papa convoque a un Episcopado entero basta como aviso grupal.
En cualquier caso, todos los obispos consultados por esta revista se alinearían con el sentir de cordialidad y serenidad expresado por el presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Juan José Omella, en la rueda de prensa tras el encuentro celebrada en el Colegio Español de Roma. En eso, habría ayudado la meditación inicial pronunciada por el cardenal capuchino, Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia.
A mitad de la exposición del purpurado, se incorporó Francisco, que fue recibido con aplausos del auditorio. El Papa no quiso dar discurso alguno, sino que prefirió situarse como receptor, instando a los obispos españoles a que compartieran sus inquietudes sobre la cuestión a tratar. “Vomiten lo que haga falta”, les habría llegado a verbalizar el Papa en el inicio del diálogo para romper el hielo. Es decir, dejó la pelota sobre su tejado para que fueran ellos quienes se retrataran y retrataran a la Iglesia española.
De inmediato, se sucedieron las peticiones de palabra por parte de los pastores. Una vez iniciada la conversación, se rebajó la tensión entre quienes esperaban una regañina del Sucesor de Pedro. Tal fue “el clima de confianza y de sinodalidad” que se generó, que la hora y media de encuentro que tenía previsto Francisco se quedó corto. De hecho, fueron muchas las solicitudes para intervenir que se quedaron en el aire y el propio Papa se ofreció a quedarse media hora más para continuar con este ‘tú a tú’.
El Pontífice se explayó y los obispos se explayaron. El Papa, comparte con ‘Vida Nueva’ un prelado, no se mostró especialmente incisivo e hiriente, pero de sus palabras se deduce “qué modelo quiere de sacerdote y cuál es el que no, por lo que basta mirar el seminario que tenemos en cada diócesis para saber si estamos formando según ese perfil”.
“Francisco es listo y quien quiera entender que nos ha dicho que todo es maravilloso y que nos vamos con una palmadita en la espalda es que no ha analizado en profundidad sus indirectas”, expone otra voz episcopal. “Quiere curas de calle y de periferias y no es el perfil de los jóvenes que estamos ordenando, no neguemos la realidad de que los nuevos sacerdotes tienen carencias de madurez afectiva y tintes ideologizadores”, lamenta un tercero.
Una vez que el Pontífice abandonó la sala y tras una pausa de unos veinte minutos, los responsables de Dicasterio para el Clero compartieron con los obispos españoles la hoja de ruta que les sugieren para renovar los seminarios españoles. En este tramo de la reunión también se abrió un turno de preguntas. En ningún momento de la cumbre se aterrizó en detalle del informe uruguayo que, fuentes del departamento de la Santa Sede insisten a ‘Vida Nueva’ que es “problemático”.
No se hizo referencia directa a la auditoría y tampoco se verbalizaron problemas concretos de alguna que otra diócesis, por lo que los detalles podrían comunicarse en un foro episcopal más reducido y específico o se transmitirían de forma personalizada a cada obispo. La dinámica del Dicasterio del Clero pasó por lanzar algunas “banderillas” con ‘finezza’ diplomática, esto es, utilizando la técnica del “refuerzo positivo” en lugar del “rapapolvos bronco”, expone un prelado.
Así, se les entregó a los obispos españoles doce folios con recomendaciones y criterios de mejora en sus seminarios. Incluso en este documento no se pueden ver críticas directas al proceder de los seminarios, pero sí mensajes “entre líneas” que dejan entrever que no todo funciona de manera correcta y ejemplar en los centros formativos. Solo como ejemplo se deja caer una petición de mayor autonomía de los propios rectores de los seminarios con respecto a las directrices del obispo.
En este sentido, sí resulta revelador que el ‘Ministerio’ vaticano haya elaborado una hoja de ruta para la Iglesia española de aquí a 2026. En este plan estratégico se subraya, entre otras cosas, la necesidad de reagrupar las casas de formación. O lo que es lo mismo, no hay vocaciones para sostener 86 seminarios en condiciones. Y aun restando los 14 del Camino Neocatecumenal y el internacional de Opus Dei, tampoco hay medios para garantizar la calidad de 71 centros formativos. La fusión que ya han hecho algunas diócesis sería insuficiente, sobre todo, si se pretenden generar comunidades de formandos que lleguen a la veintena, como sueña el propio Francisco.
Y es en este requerimiento de la Santa Sede donde sí se visibilizó la resistencia manifiesta de no pocos obispos para aplicar este calendario de apenas tres años. Argumentaron peculiaridades lingüísticas y culturales para no cerrar sus casas formativas y mandar a sus jóvenes a estudiar a otras provincias. Aquí entraría además la dificultad generada para que se reagrupen por provincias eclesiásticas, ya que como asegura algún obispo, el mapa eclesial habría quedado obsoleto.