La Cumbre del Clima de Dubái (COP28) debe ir mucho más allá, a nivel de compromisos concretos, de lo que lo han hecho las anteriores citas de la ONU sobre el medioambiente. Si no, puede ser ya demasiado tarde para todos… De ello están convencidas algunas de las principales entidades sociales católicas de la Iglesia en España, Cáritas, CEDIS, CONFER, Justicia y Paz, la Fundación Pablo VI, Manos Unidas y REDES, que, desde 2011, conforman la alianza Enlázate por la Justicia. Todo con un único fin: “Lograr la justicia social, el desarrollo humano integral y el cuidado del planeta y de las personas”.
En vísperas de la apertura de la COP28, que tendrá lugar del 30 de noviembre al 12 de diciembre y que contará con la presencia de Francisco, el primer papa que acude a una cumbre climática de la ONU, Enlázate por la Justicia ha difundido hoy un comunicado en el que se alerta de que “2023 podría ser recordado como el año en el que rompimos múltiples récords de altas temperaturas en diferentes ciudades del mundo y en mares y océanos de diferentes latitudes”.
Algo que hemos comprobado de primera mano este verano en España, cuando “se han batido 552 récords absolutos de temperatura”. Pese a todo, “lamentablemente, lo más probable es que 2024 sea peor y se superen nuevos récords. Y 2025, todavía peor”.
Y es que “los compromisos adquiridos por los países en 2015, en el Acuerdo de París, para no superar un aumento global de la temperatura a finales de siglo de entre 2 y 1,5ºC, a la vista está, son claramente insuficientes. Lo más preocupante, lo sabemos, es que son los países más empobrecidos del planeta, y las comunidades más vulnerables, las que sufren con mayor violencia los impactos cada vez más devastadores del cambio climático (sequías cada vez más largas, huracanes y fenómenos extremos, hambre, desplazamientos, etc.)”.
En este sentido, dichas naciones padecen claramente el fenómeno de la injusticia climática, ya que son las que sufren los principales efectos de una crisis que además no han provocado, pues “son las que tienen menor responsabilidad en la emisión de los gases que generan el calentamiento global”.
De ahí que la red eclesial reitere que, además de la protección del planeta, estamos ante un paradigma que se enclava en la defensa de los derechos humanos. Así, la “justicia climática” debe ser el centro de las reflexiones de todos los participantes en la COP28: “El clima, las causas de su cambio acelerado y las consecuencias que provoca son un asunto de justicia porque, aunque supone un riesgo global para toda la humanidad, es una amenaza radical para las personas más vulnerables del planeta y que además destruye los ecosistemas de los que depende la supervivencia de millones de personas”.
Algo en lo que acuden al papa Francisco, que, en su encíclica Laudato si’ ya sentenció que “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental”.
Además de abordarse “la primera revisión global sobre los compromisos de reducción de emisiones de los países y la necesidad de aumentar su esfuerzo real para no superar los 2ºC”, en la cumbre se discutirán otros aspectos claves, como “la manera de financiar el fondo sobre daños y pérdidas causados por el cambio climático en los países empobrecidos”, debiéndose buscar “un nuevo fondo climático que sea más eficaz y ambicioso que el actual, en el que los países ‘desarrollados’ aporten recursos suficientes, se prioricen proyectos para la adaptación climática para las comunidades vulnerables o se otorguen donaciones más que préstamos que endeudan a los más pobres”.
Otro punto crucial es que “nos preocupa la deriva actual de la transición energética hacia energías renovables. Sabemos que esta transición está significando cada vez más una mayor presión sobre los minerales estratégicos o ‘de transición’, como el litio, el níquel, el cobalto o el grafito; lo que significa mayor destrucción de la naturaleza y de los ecosistemas, envenenamiento de las aguas, expulsión de comunidades enteras de sus territorios, violación de derechos colectivos e individuales, etc”. Así, “una transición que no sea justa, inclusiva y sostenible, no es transición”.
Pese a las dificultades, Enlázate por la Justicia apela a la esperanza: “Caminamos con la confianza de que, juntos y junto con otras redes y personas podremos avanzar en la construcción de un mundo más justo, sostenible e inclusivo. Y de que el cuidado integral, del planeta, de los demás y de nosotros mismos, pasa necesariamente por contar con un mundo habitable y un medio ambiente sano, que nos permita construir relaciones de justicia y solidaridad entre los pueblos, y cuidar por igual de la dignidad de todos los seres humanos”.
Además de este comunicado, Enlázate por la Justicia ha suscrito el manifiesto de la Alianza por el Clima y también está promoviendo otro junto al Movimiento Laudato si’, ECODES, la Comisión Diocesana de Ecología Integral del Arzobispado de Madrid y la Fundación Pablo VI