El papa Francisco ha participado hoy en la audiencia general de los miércoles, pero no así su voz. El Pontífice ha entrado caminando bastón en mano al Aula Pablo VI, donde le esperaban miles de fieles, síntoma de que su rodilla cada vez está más a punto. Eso sí, aparcada la silla de ruedas, la infección pulmonar que sufre desde el 24 de noviembre no acaba de remitir, motivo por el que se ha cancelado su viaje a Dubai del 1 al 3 de diciembre y por el que hoy ha cedido la lectura de su meditación a un sacerdote.
Al término de la audiencia, Jorge Mario Bergoglio ha asistido sonriente a un breve espectáculo circense, después del que sí quiso hablar antes de dar la bendición final. Unas breves palabras, en las que se le notaba que le faltaba un poco el aire, que ha dedicado a Gaza.
“Seguimos orando por la grave situación en Israel y Palestina. Paz, por favor, paz. Espero que continúe la tregua en curso en Gaza, de modo que todos los rehenes sean liberados y se siga permitiendo el acceso de la ayuda humanitaria necesaria. La gente sufre, la gente sencilla del pueblo, no los que hacen la guerra. Pidamos la paz. Y no olvidemos al querido pueblo ucraniano, que tanto sufre. La guerra siempre es una derrota, todos pierden, menos los que fabrican armas. Estos ganan con la muerte de los demás”, ha afirmado.
Antes, el sacerdote que ha leído su meditación ha continuado la catequesis sobre el celo apostólico guiada por el exhortación apostólica ‘Evangelii gaudium’, que este año cumple su décimo aniversario de publicación. Tras dedicar la primera a la alegría, la segunda a recordar que el Evangelio es para todos, hoy ha recalcado que el tiempo propicio para anunciar a Jesús es hoy.
“Esto significa que estamos llamados a testimoniar y compartir nuestra fe acogiendo como un don la cultura y el tiempo que vivimos, para iluminar los nuevos modos de relacionarse con Dios, con los demás y con todo lo creado”, ha señalado el orador.
Por eso, “para evangelizar hoy es necesario que salgamos a los cruces de los caminos actuales, que vayamos a los lugares donde las personas cada día trabajan y estudian, sufren y reflexionan, para ser, con la fuerza y la luz del Evangelio, fermento de diálogo, de encuentro y de unidad”, ha agregado.
En el mismo sentido, ha continuado: “La Palabra de Dios es viva y eficaz, y para poder anunciarla aquí y ahora, el celo apostólico nos brinda audacia y creatividad; no nos lleva simplemente a repetir esquemas prefijados sino a encarnarnos en cada realidad”.
En su saludo a los peregrinos de lengua española, les ha animado a pedir “al Espíritu Santo que nos ilumine para que sepamos dar razones de nuestra fe y nuestra esperanza al mundo de hoy, no solo con palabras sino con el testimonio de nuestra vida”.