“Incluso cuando haya que aplicar una sanción severa a quien ha cometido un delito gravísimo, la Iglesia, que es madre, le ofrecerá la ayuda y el apoyo espiritual indispensables para que, en el arrepentimiento, encuentre el rostro misericordioso del Padre”. Este es el núcleo del mensaje que ha enviado el papa Francisco a Chiara Minelli, presidenta de la Consociatio Internationalis Studio Iuris Canonici Promovendo –organización cuyo objetivo es poner en contacto a profesionales del Derecho Canónico de todas partes del mundo–, con motivo del 50° aniversario de su fundación.
- PODCAST: Reconversión de los seminarios
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
“La persona está en el centro del derecho canónico y del derecho civil”, ha apuntado el Papa, subrayando que “la peculiaridad del Derecho Canónico es la persona como redimida en Cristo, como fiel en la Iglesia. A través de las leyes, tanto la Iglesia como la sociedad civil pretenden procurar el bien común; sin embargo, en la Iglesia no es sólo un orden externo que permite al individuo cumplir sus obligaciones y ejercer sus derechos, sino que es expresión de la presencia de Cristo Salvador, una realidad interna de la gracia, que es un bien común precisamente porque pertenece a todos los leales”.
“El hecho de que se trate de la ley de la Iglesia-Pueblo de Dios”, ha subrayado el Papa, “exige que vosotros, apasionados estudiosos, tengáis siempre presente que la suprema lex, a la luz de la cual debe formularse toda ley eclesiástica, debe interpretarse y aplicada”. “Si permanecéis dentro de este horizonte encontraréis la manera, por un lado, de permanecer firmes en lo que es la base del Derecho Canónico, la Revelación en su doble expresión de Palabra de Dios y Tradición viva, y por otro, de aplicar lo que Cristo quiere, a través de la norma canónica, a la situación concreta de cada creyente, para que sea acompañado a acoger la voluntad de Dios, debiendo pedirse el don del discernimiento espiritual”.
Una mayor sencillez
Asimismo, ha recordado que “el Pueblo de Dios vive en la historia, por tanto sus formas de vida y organización no pueden ser inmutables”. Por eso, les ha animado a practicar “el arte del discernimiento, que consistirá en saber traducir la voluntad de Cristo para la Iglesia, que debe permanecer como tal en el tiempo, en formas que favorezcan el cumplimiento de la misión recibida de su Fundador: anunciar a todos el Evangelio de la salvación. gente”.
“La sabiduría que viene de Dios, acogida en la oración y en la escucha de los demás, en la enseñanza diligente así como en los Tribunales y Curias de las Diócesis donde trabajáis, os orienta a identificar lo que en la vida diaria de la Iglesia es esencial, porque es querido por Cristo mismo”, ha aseverado Francisco, “y establecido por los Apóstoles, así como expresado por el Magisterio, y lo que en cambio no es más que un conjunto de formas externas, tal vez útiles y significativas en el pasado, pero ya no en el presente, incluso a veces un impedimento para un testimonio que, sobre todo hoy, para ser creíble requiere una mayor sencillez”.