El pasado 30 de agosto, el general Brice Oligui Nguema, jefe de la guardia personal del presidente, Alí Bongo, le detuvo y le destituyó formalmente. Pese al teórico golpe de Estado militar, la mayoría de la población gabonesa festejó eufórica en las calles el fin de la “dinastía” Bongo. Y es que el mandatario saliente heredó directamente el cargo presidencial en 2009 tras la muerte de su padre, Omar Bongo, que lo ostentó desde 1967… Sin olvidar que, en las tres elecciones generales en estos años (2009, 2016 y 2023), la oposición denunció que los sufragios habían sido adulterados para perpetuar en el poder a Bongo. Tras este último “pucherazo”, llegó la reacción del ejército.
Desde el primer momento, Brice Oligui Nguema prometió que encabezaría una “junta de transición” con un único fin: conducir el país a la “democracia”, contando con “todos los partidos políticos” y dando paso a unas “verdaderas elecciones”.
En esta senda ha profundizado estos meses el nuevo Ejecutivo, que ha dado un paso más al formalizar un proceso de Diálogo Nacional Inclusivo (DNI). Un instrumento para el que, significativamente, las autoridades han nombrado como presidente a Jean-Patrick Iba-Ba, arzobispo de la capital, Libreville, que incluirá a representantes de distinto signo político para reflexionar sobre las “nuevas orientaciones políticas e institucionales” que deberían llevar a una apuesta decidida por la democracia, tan cuestionada en esta última etapa.
No deja de ser llamativo este reconocimiento a la Iglesia para liderar un proceso político y social de esta envergadura. Y es que ya ocurrió algo similar en marzo y abril de 1990, cuando el obispo Basile Nve Ngone fue elegido por Omar Bongo para, en un momento de fuerte presión en las calles, cuando su poder se cuestionaba, dirigir una Conferencia Nacional que permitió una gradual apertura democrática de Gabón. Pese a todas sus imperfecciones y corruptelas, como se comprobó también con su hijo.
Consultado por Vida Nueva, el misionero español Luis Martín Nieto, escolapio que, tras cinco años en Guinea Ecuatorial, lleva 26 en Gabón, donde en Libreville dirige el Colegio Calasanz, se muestra muy esperanzado por este gesto: “En el programa publicado para realizar la transición a lo largo de estos dos próximos años, uno de los hitos es la Conferencia Nacional que tendrá lugar en unos meses y que será presidida por el arzobispo Iba-ba. El hecho de que el presidente de la Transición, Brice Oligui Nguema, que es católico, haya depositado esta responsabilidad en la Iglesia, es una clara muestra de la importancia capital de esta como agente de reconciliación, de levadura en la masa y como motor de transformación de la sociedad gabonesa en este siglo XXI”.
Sin duda, “este acontecimiento es una oportunidad histórica para que este pueblo sea más justo, más fraternal y más solidario, pues, si la pobreza es mucha, la riqueza es más. Seguro que esto ayudaría a este pueblo a encontrar el paraíso perdido que Dios les dio un día”.
Con fe en que “los pasos que se vayan dando lleven a este pueblo a cuotas de más libertad, democracia y bienestar”, Nieto percibe que “Gabón confía y tiene esperanza en que todo se desarrolle en el buen sentido, pues se está contando con la gente y todos los actores de la sociedad están implicados y están trabajando por el bien común”.