El cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, ha pronunciado finalmente el discurso preparado por el papa Francisco a la COP28 que se está celebrando hasta el 12 de diciembre en Dubái. “Ahora más que nunca, el futuro de todos depende del hoy que escojamos”, apremia el pontífice, quien denuncia que “la devastación de la creación es una ofensa a Dios, un pecado no sólo personal sino estructural que repercute en el ser humano, sobre todo en los más débiles; un grave peligro que pende sobre cada uno y que amenaza con desencadenar un conflicto entre generaciones”.
Francisco denuncia las consecuencias del cambio climático y para reivindicar la cultura de la vida. “Les pido de corazón: ¡escojamos la vida, elijamos el futuro! ¡Escuchemos el gemido de la tierra, oigamos el clamor de los pobres, demos oídos a las esperanzas de los jóvenes y a los sueños de los niños! Tenemos una gran responsabilidad: velar porque no se les niegue el futuro”, clamó. Y es que el calentamiento por aumento de gases de efecto invernadero se han “vuelto insostenible para el ecosistema”.
“La ambición por producir y poseer se ha convertido en una obsesión, y ha desembocado en una avidez sin límites, que ha hecho del ambiente objeto de una explotación desenfrenada”, denuncia el Papa para quien “el único camino para poder vivir en plenitud es que volvamos a tomar conciencia, con humildad y valentía, de nuestro límite”. Por ello, prosigue “un mundo interconectado, como el actual, no puede estar desvinculado en quienes lo gobiernan”. Y es que para Francisco “nos hallamos frente a posturas rígidas, cuando no inflexibles, que tienden a proteger los ingresos propios y de sus empresas, justificándose a veces por lo que otros han hecho en el pasado, con reiteradas evasiones de responsabilidad”.
En su discurso escrito originalmente en español, el Papa denuncia “los tentativos de atribuirle la responsabilidad a los pobres o al número de nacimientos”; cuando “casi la mitad del mundo, la más pobre, es responsable de apenas el 10% de las emisiones contaminantes”. Los pobres son “víctimas” de esta situación para el Papa como se ve en las poblaciones indígenas. También denunció que “ciertos modelos ideológicos y utilitaristas que se les imponen a las familias y poblaciones, con guantes de seda, son verdaderas colonizaciones”. También propone que “sería justo encontrar modos adecuados para condonar la deuda económica que grava sobre varios pueblos, teniendo en cuenta la deuda ecológica que hay en favor de ellos”.
Por ello el pontífice invita a recorrer “un camino conjunto, el multilateralismo”, pero “causa preocupación que el calentamiento del planeta esté acompañado por un enfriamiento del multilateralismo, por una creciente desconfianza en la comunidad internacional”, lamenta. “Es esencial reconstruir la confianza, fundamento del multilateralismo” que responde tanto “al cuidado de la creación y también para la paz”. “¡Cuántas energías está malgastando la humanidad en las numerosas guerras en curso, como en Israel y Palestina, en Ucrania y en muchas regiones del mundo; conflictos que no resolverán los problemas, sino que los aumentarán! ¡Cuántos recursos desperdiciados en armamento, que destruyen vidas y arruinan la casa común!”, clamó.
“Los cambios climáticos muestran la necesidad de un cambio político. Salgamos del atolladero de los particularismos y nacionalismos, que son esquemas del pasado. Abracemos una visión alternativa, común” para lograr una “conversión ecológica”, propuso asegurando “el compromiso y respaldo de la Iglesia católica, particularmente activa en la educación y sensibilización a la participación común, así como en la promoción de estilos de vida, porque si la responsabilidad es de todos, la de cada uno es fundamental”. “Es esencial un cambio de ritmo que no sea una modificación parcial de ruta, sino un modo nuevo de avanzar juntos”, instó.
Francisco deseó “que esta COP sea un punto de inflexión, que manifieste una voluntad política clara y tangible, que conduzca a una aceleración decisiva hacia la transición ecológica” en cuatro campos: la eficiencia energética, las fuentes renovables, la eliminación de los combustibles fósiles y la educación a estilos de vida menos dependientes de estos últimos. “Por favor, vayamos hacia adelante, no para atrás”, instó. “Se trata aquí de no aplazar más, no sólo de desear sino de realizar el bien de vuestros hijos, de vuestros ciudadanos, de vuestros países, de nuestro mundo. Sean ustedes artífices de una política que dé respuestas concretas y unificadas, demostrando de este modo la nobleza de la responsabilidad que revisten y la dignidad del servicio que prestan”.
Y es que para el Papa “para eso está el poder, para servir”. Por ello pidió superar la polarización como “remedio” de “la buena política: si un ejemplo de concreción y cohesión viene del vértice, beneficiará a las bases, donde tantos, sobre todo jóvenes, ya están comprometidos con la promoción del cuidado de la casa común”. En este sentido puso como ejemplo a san Francisco de Asís a quien “un iluminado sentido de fraternidad lo llevó, de esa manera, a transformar el dolor en alabanza y el cansancio en compromiso”. “¡Dejemos atrás las divisiones y unamos las fuerzas! Y, con la ayuda de Dios, salgamos de la noche de la guerra y de la devastación ambiental para transformar el futuro común en un amanecer luminoso”, concluyó.