“Nos hace bien preguntarnos cómo podemos preparar un corazón acogedor para el Señor. Podemos hacerlo acercándonos a su Perdón, a su Palabra, a su Mesa, encontrando espacio para la oración, acogiéndolo en los necesitados. Cultivemos su espera sin distraernos con cosas inútiles y sin quejarnos todo el tiempo”. Así se ha expresado el papa Francisco antes de rezar el ángelus por segunda vez desde Santa Marta.
Por segundo domingo consecutivo, el Pontífice no se asoma al balcón para rezar la oración mariana junto a los fieles que aguardan en la plaza de San Pedro y cede la meditación a un sacerdote.
“Estoy mejor, pero todavía no bien del todo”, según ha confirmado él mismo. Por prescripción de los médicos, que quieren evitar las bajas temperaturas de Roma, Jorge Mario Bergoglio ha aparecido en las pantallas desde su residencia.
En este primer domingo de Adviento, el Papa, al hilo del Evangelio del día (Mc, 13, 33-37), ha recordado cómo debe entenderse la vigilancia cristiana. “A veces pensamos en esta virtud como una actitud motivada por el miedo a un castigo inminente, como si un meteorito estuviera a punto de caer del cielo y nos amenazara con aplastarnos, si no nos apartamos a tiempo. ¡Pero, ciertamente, este no es el sentido de la vigilancia cristiana!”, ha señalado.
Y ha continuado: “La vigilancia de los siervos no se basa en el temor, sino en el anhelo, en la espera de ir al encuentro del amo que viene. Se preparan para su regreso porque lo quieren mucho, porque esperan que, cuando llegue, encuentre una casa acogedora y ordenada: están felices de volver a verlo, hasta el punto de que esperan su regreso como si fuera una fiesta para toda la gran familia a la que pertenecen”.
Según ha indicado Francisco, “con esta espera llena de afecto queremos también nosotros prepararnos para acoger a Jesús: ya sea en Navidad, que celebraremos dentro de unas semanas; ya sea al final de los tiempos, cuando regrese en gloria; ya sea cada día, cuando venga a nuestro encuentro en la Eucaristía, en su Palabra, en nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los más necesitados”.
Por eso, “de modo especial durante estas semanas, preparemos con esmero la casa del corazón, para que esté ordenada y sea acogedora. Vigilar, de hecho, significa estar con el corazón preparado. Es la actitud del centinela, que en la noche no se deja tentar por el cansancio, no se duerme, sino que permanece despierto esperando la luz que llegará”, ha recalcado.
Asimismo, ha añadido: “El Señor es nuestra luz y es bueno preparar el corazón para acogerlo con la oración y para hospedarlo con la caridad, los dos preparativos que, por así decirlo, lo hacen sentirse cómodo”. Por ello, “un hermoso programa para el Adviento” es “encontrar a Jesús que viene en cada hermano y hermana que nos necesita, y compartir con ellos lo que podamos: escucha, tiempo, ayuda concreta”.
Al término de la oración, el Papa se ha referido una vez más a la “grave” situación entre Israel y Palestina. “Entristece que la tregua se haya roto, porque esto significa muerte, destrucción y miseria. Muchos rehenes han sido liberados, pero muchos siguen aún en Gaza. Allí hay mucho sufrimiento, faltan los bienes de primera necesidad”. y ha agregado: “Pido a aquellos que están implicados que busquen pronto soluciones para el alto el fuego”.
Francisco ha rezado también por las víctimas del atentado de esta mañana en Filipinas, en la que una bomba explotó en una misa en la Universidad Estatal de Mindanao.
Por último, en relación al Día Mundial de las Personas con Discapacidad que se celebra hoy, ha reclamado “acoger e incluir a estas personas”, porque esto “ayuda a toda la sociedad a volverse más humana”. “Aprendamos a valorar a cada persona con sus capacidades y no excluyamos a nadie”, ha subrayado.