El papa Francisco ha inaugurado hoy (a distancia) el Pabellón de la Fe de la COP28 de Dubái. “Es el primero de este tipo en el corazón de una Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y muestra que todo auténtico credo religioso es fuente de encuentro y de acción”, ha señalado el Pontífice en un mensaje leído ‘in situ’ por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin.
La inflamación pulmonar que sufre Jorge Mario Bergoglio desde el pasado 24 de noviembre no le está impidiendo hacerse presente en la COP28. En el mensaje enviado se ha detenido en cómo las religiones pueden ser fuente de encuentro y de acción.
En primer lugar, de encuentro, porque “es importante reunirnos, más allá de nuestras diferencias, como hermanos y hermanas de una misma humanidad, y sobre todo como creyentes, para recordarnos a nosotros mismos y al mundo que, como peregrinos acampados en esta tierra, estamos obligados a cuidar la Casa común”.
“Las religiones, en cuanto conciencias de la humanidad, nos recuerdan que somos criaturas finitas, habitadas por la sed de infinito. Sí, somos mortales, somos limitados, y cuidar la vida también significa oponernos al delirio de omnipotencia voraz que está devastando el planeta”, ha recalcado.
En el mismo sentido, ha añadido: “Esto surge cuando el hombre se considera señor del mundo; cuando, viviendo como si Dios no existiera, se deja embelesar por las cosas que pasan. Entonces el ser humano, más que disponer de la técnica, se deja dominar por ella, ‘se cosifica’ y se vuelve indiferente”.
“Incapaz de llorar y de compadecerse -ha continuado-, se encierra en sí mismo y, erigiéndose más allá de la moral y de la prudencia, llega a destruir incluso aquello que le permite vivir. Es por esto que el drama climático es también un drama religioso: porque su raíz está en la presunción de autosuficiencia de la criatura”.
En segundo lugar, de acción, porque “es urgente actuar en favor del medio ambiente, pero no basta solo con emplear más recursos económicos; se necesita cambiar el modo de vivir y por eso es preciso educar en estilos de vida sobrios y fraternos”.
“Esta es una acción irrenunciable para las religiones, que también están llamadas a educar en la contemplación, porque la creación no es solo una realidad que debemos preservar, sino un don que hemos de acoger”, ha añadido.
Y ha aseverado: “Un mundo pobre de contemplación será un mundo contaminado en el alma, que seguirá descartando personas y produciendo desechos; un mundo sin oración dirá muchas palabras, pero, carente de compasión y de lágrimas, vivirá solo de un materialismo hecho de dinero y de armas”.
Por otro lado, Francisco ha recordado que “la paz y el cuidado de la creación son interdependientes. Está a la vista de todos cómo las guerras y los conflictos dañan el medio ambiente y dividen a las naciones, impidiendo un compromiso compartido sobre la base de temas comunes, como la salvaguarda del planeta. Una casa, en efecto, es habitable para todos solo si en su interior se instaura un clima de paz”.
A este respecto, ha señalado que “así ocurre con nuestra tierra, cuyo suelo parece unirse al grito de los niños y de los pobres para hacer llegar hasta el cielo una sola súplica: ¡paz! Custodiar la paz también es tarea de las religiones”.
Y ha añadido: “Por favor, que no haya incongruencias en esto. Que no se desmienta con los hechos aquello que se dice con los labios; que no nos limitemos a hablar de paz, sino que se tomemos una posición clara frente a quienes declarándose creyentes alimentan el odio y no se oponen a la violencia”.
En un videomensaje proyectado en el Pabellón de la Fe, Francisco se disculpa por no poder estar presente, al tiempo que muestra su agradecimiento. “Gracias, porque han realizado, por primera vez, un pabellón religioso dentro de una COP. Y gracias porque esto atestigua la voluntad de trabajar juntos”.
“Hoy el mundo tiene necesidad de alianzas que no sean contra alguien, sino a favor de todos. Y es urgente que las religiones, sin caer en la trampa del sincretismo, den el buen ejemplo trabajando juntas; no por los propios intereses o los de una parte, sino por los intereses de nuestro mundo. Entre estos, los más importantes ahora son la paz y el clima”, ha aseverado.
Por último ha pedido dar ejemplo, como representantes religiosos, “para mostrar que un cambio es posible, para manifestar estilos de vida respetuosos y sostenibles, y pidamos encarecidamente a los responsables de las naciones que la Casa común sea preservada. Nos lo piden, en particular, los pequeños y los pobres, cuyas oraciones llegan hasta el trono del Altísimo”.