Culturas

La ‘rentrée’ de Urbano VIII, más allá de Galileo

  • La conmemoración del 400º aniversario del inicio del pontificado de Maffeo Vincenzo Barberini reivindica su legado, pese a la condena al defensor del heliocentrismo
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La Glorificación del reino de Urbano VIII, el fresco de Pietro de Cortona sobre el gran salón del Palazzo Barberini de Roma, es una obra maestra del Barroco: iconografía del poder, de la justicia, de la providencia y del combate contra la herejía. Sirve como alegoría de lo que está siendo en Italia la conmemoración del 400º aniversario de la elección de Maffeo Vincenzo Barberini (Florencia, 1568-Roma, 1644) como el papa Urbano VIII: la revalorización de un pontificado que, sin duda, fue mucho más que la condena a Galileo Galilei (Pisa, 1564-Florencia, 1642) y su heliocentrismo.



Proclamado “papa del Barroco”, con Barberini floreció Roma con ese nuevo estilo que unía clasicismo, innovación y espectacularidad como abanderado de la Contrarreforma. “Fue un personaje culto, poeta, escritor y amante del arte, que dejó su impronta como mecenas del Barroco, encargando obras a Carlo Maderno, Gian Lorenzo Bernini, Nicolas Poussin y Claude Lorrain”, lo ha definido David Baroncelli, alcalde de Barberino Tavarnelle, el municipio del área metropolitana de Florencia al que da nombre y donde nació Urbano VIII en una granja llamada Tafano.

“Es una de las personalidades más ilustres de la historia italiana”, apostilla Baroncelli. Y es que la conmemoración está descubriendo los múltiples matices de un papa astuto y carismático, que extendió su pontificado entre 1623 y 1644. Celebración a la que se han unido numerosas instituciones –comenzando por el Ministerio de Cultura italiano, pero también científicas y culturales– que han rescatado su papado con exposiciones, congresos internacionales, publicaciones y rutas desde Roma hasta Florencia.

El objetivo ya lo detalló Massimo Carlo Giannini, profesor de Historia Moderna de la Università degli Studi di Teramo y coordinador del Comité Nacional del IV Centenario de la elección papal de Urbano VIII, impulsado por el Gobierno italiano: “Devolver a los ciudadanos italianos el conocimiento y la relectura de su papado como clave de un siglo, pontificado que solo se ha revalorizado en las últimas décadas, pero que merece ser sacado a la luz”. Y así ha sido.

‘Una admirable conjunción’

En el propio Palazzo Barberini –una de las sedes de la Galleria Nazionale Barberini Corsini–, acaba de abrir al público una exposición por sí misma elocuente, que ilumina aún más aquel papado: La ciudad del Sol. Arte barroco y pensamiento científico en la Roma de Urbano VIII, que reúne la conmemoración del IV centenario del cónclave que eligió a Barberini con la publicación, por parte de la Accademia dei Lincei, del Il Saggiatore, el texto que Galileo dedicó el encuentro entre fe y astronomía que encarnaba el nuevo pontífice.

“La elección de Urbano VIII fue saludada por el mundo científico como ‘una admirable conjunción’, algo parecido a lo que los astrólogos veían como una feliz conjunción astral, un acontecimiento que presagiaba extraordinarias oportunidades para el avance de las ciencias. Las buenas relaciones de Maffeo Barberini con los científicos de su época y, sobre todo, la amistad casi fraternal que le unía a Galileo, encendió el entusiasmo”, según explica Filippo Camerota, comisario de la muestra, que organiza el Museo Galileo de Florencia y en la que colaboran las Gallerie Nazionali d’Arte Antica, la Biblioteca Nazionale Centrale di Roma y el Centro di Studi sulla Cultura e l’Immagine di Roma.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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