Entrevistas

Rafael Valdivieso: “En Panamá la injusticia y la corrupción nos golpean”





Desde tiempos del dictador Manuel Antonio Noriega, Panamá no pasaba por una crisis de esta magnitud. Todo el pueblo, incluida la Iglesia, rechaza la forma tan acelerada como el gobierno pretendía aprobar la Ley 406, que otorga a la empresa Minera Panamá, filial de la empresa canadiense Firts Quantum Minerols, una concesión para explotar una mina de cobre en Donoso, Colón, por 20 años prorrogables. Esto desató la indignación colectiva, que ha sumido al país, durante octubre y noviembre –Mes patrio– en protestas, huelgas y bloqueos callejeros, bajo la consigna ¡Esta patria no se vende, esta patria se defiende! Aunque la Corte Suprema de Justicia ha declarado inconstitucional el referido proyecto de ley, sigue latente el clima de tensión; mientras, los obispos han pedido al gobierno informar a la ciudadanía oportunamente sobre esta decisión del máximo tribunal.



Rafael Valdivieso Miranda, obispo de Chitré y presidente de la Conferencia de Obispos de Panamá, marchó contra la minería. Le tocó correr para evitar ser alcanzado por los gases lacrimógenos, incluso buscó guarecerse en medio de la batalla campal entre manifestantes y policía: “Comprendí que ojalá no hubiese necesidad de la fuerza, pero cuando se sale del clima del respeto, esa es la reacción y uno entiende que tiene que ser”, expresa a Vida Nueva. Cuenta que un grupo de infiltrados atacó a la fuerza pública cuando salieron pacíficamente a protestar. “Había unos jóvenes que no estaban en la marcha. Tenían un montón de piedras y vi que ellos empezaron a atacar a los funcionarios. Para mí fue lamentable”. Junto a él marchó el secretario general del Episcopado, Manuel Ochogavía, obispo de Colón–Kuna Yala.

PREGUNTA.- ¿Cómo decidieron participar en la marcha sabiendo lo que significa que presidente y secretario general de un episcopado salgan a protestar?

RESPUESTA.- Nos costó mucho. Hicimos consultas con algunos obispos así muy cercanos y que están con la misma preocupación. Todo ello a pesar de que hemos conversado con el Gobierno en un par de oportunidades, incluyendo comunicados, en los que expresamos nuestro rotundo rechazo a la minería. Nuestra región es quizá una de las más vulnerables climáticamente hablando, siempre tenemos problemas de sequía y donde se va a realizar esta minería hay una fuente significativa de aguas subterráneas.

De hecho, en conversación con la misma minera nos han dicho que siempre habrá riesgos. El asunto no es que se dañe algún aparato o el paisaje, sino que se contaminen las aguas. Para esta región la principal actividad es la agricultura, la ganadería y la misma vida. Para nosotros, como obispos, lo fundamental es la vida, la salud, el ser humano y recordando las palabras del papa Francisco cuando yo fui nombrado en Chitré hace 10 años, me dijo hay que caminar delante en medio y detrás para cuidar del rebaño”.

Actos violentos

P.- Después de la marcha, ¿qué le ha dicho la gente y sus hermanos obispos?

R.- Ha sido extraordinario, he sentido muestras de apoyo, porque no es muy común que presidente y secretario general del episcopado protesten contra la minería. Vuelvo y repito, antes de salir a marchar, nos preguntábamos si estábamos haciendo lo correcto. Y siento desde mi experiencia de fe que hay que hacer más. No quiero que las protestas deriven en actos violentos y vandálicos. Se debe superar el ansia del lucro, que dentro de la minería es muy grande. También es una situación difícil, porque hay que orientar, enseñar, transmitir el valor de defender nuestros derechos, pero sin dañar a los demás. A pesar de tantos diálogos con el Gobierno sobre este tema, me impresionó la rapidez con la que se decretó el contrato minero.

P.- ¿Cómo evitar que grupos infiltrados desvirtúen el objetivo de las protestas?

R.- Creo que en Panamá hay sectores muy golpeados por la injusticia y la corrupción. Eso genera un clima de agresividad e impotencia. Por tanto, hace falta dialogar más. Eso a pesar de que haya grupos que en su naturaleza y por intereses políticos quieren pelear. No soy partidario de cerrar vías ni mucho menos responder con violencia. Existen mecanismos pacíficos para que el Gobierno sienta el peso y el clamor del pueblo sin afectar los derechos de otros. Sobre todo cuidar la vida y esos recursos que para muchos son la mayor riqueza  para sobrevivir.

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