Una treintena de especialistas celebran un congreso internacional en Toledo en defensa de la comunidades contemplativas como centinelas del patrimonio y denuncian su situación “extremadamente precaria”
“Si queremos que sean viables, autosuficientes y que incluso puedan prosperar en vocaciones hay que mejorar sus medios de vida, y, antes que nada, hacer habitables sus casas e instalaciones, como las de cualquier ciudadano”. Es una de las principales conclusiones que defienden la treintena de especialistas que han participado en el Congreso Internacional ‘Conventos de Toledo. Patrimonio Histórico Vivo’, organizado por el Grupo de Investigación Claustrat de la Universidad de Castilla-La Mancha que dirige el catedrático de Historia Moderna Francisco José Aranda Pérez.
Al hacer un repaso de los 42 conventos que hoy por hoy continúa en activo en la archidiócesis de Toledo, desde el congreso se asegura que se mantienen en una situación “extremadamente precaria”. Y no por dejadez de las monjas y frailes que los habitan ni por desidia de la Iglesia, esto es, de sus congregaciones o del arzobispado. De hecho, en sus conclusiones ponen en valor cómo las religiosas y los religiosos son “los mejores custodios de sus casas desde hace siglos” y defienden que han dedicado “ingentes recursos personales y económicos” para mantener los edificios en pie. Sin embargo, hoy por hoy, este desembolso se ha visto mermado por el envejecimiento de las comunidades, la falta de vocaciones y por las dificultades que encuentran para llegar a fin de mes en sus gastos básicos.
Los especialistas del congreso apuntan más allá y denuncian que la administración civil y el conjunto de la ciudadanía no puede abandonarles “a su suerte”. Lejos de quedarse en una mera crítica, los congresistas plantean algunas vías “imprescindibles” para apoyar a la vida contemplativa, como campañas de sensibilización y recaudación de fondos. Así, invitan a empresas y fundaciones preocupadas por la herencia histórica para que salgan al rescate como patronos de las abadías. “Urge tomar posición y actuar”, exponen.
Así, no se trataría solo de una inyección económica para evitar que los claustros y templos históricos se vengan abajo, sino, sobre todo, dotar a quienes los habitan de una vida “viable y digna”, porque son ellas y ellos quienes mejor pueden salvaguardar el patrimonio.
En paralelo, se propone también culminar el catálogo de bienes muebles de la Iglesia católica, que en el caso de Toledo conforman el 80 % de su patrimonio histórico para una mejor protección pública, así como crear escuelas-talleres de oficios de restauración en las que puedan participar los propios religiosos.
Aunque las sesiones se han concentrado en el análisis de la vida monástica en la capital manchega, sus reflexiones podrían se extensibles a toda la realidad española, en tanto que este foro de debate ha contado con la mirada de expertos de la historia del arte, la museología y la restauración, la arquitectura y el urbanismo, la economía o la jurisprudencia. Es más, en las conclusiones del congreso, a las que ha tenido acceso la agencia Efe, se subraya que es un “un excelente laboratorio de conocimiento y búsqueda de soluciones”.
Y es que, la ciudad de Toledo llegó a contar con 57 monasterios (27 masculinos y 30 femeninos) de los que 14 todavía hoy son el hogar de comunidades religiosas originarias (tres de hombres y 11 de mujeres). De esta manera, podría contar con la mayor densidad monacal de España. De los 14 que siguen habitados, otros cuatro han cerrado en lo que va de siglo, 16 conservan sus edificios para otros usos y 21 han desaparecido totalmente o quedan restos mínimos. En el resto de la Archidiócesis de Toledo continúan abiertos tres conventos masculinos y 25 femeninos.